viernes, 24 de enero de 2014

Capítulo 48: Esa dulce mirada, ese dulce beso.

Hoy el champán es el centro de la mesa. 
-Venga venga, vamos a brindar. -Dice Nacho llenando las copas. 
-Nacho a mí no me eches. 
-¿Qué? ¿Por qué? 
-Es que no puedo. 
-Pero si es un poquito solo, venga un culín. 
-Que no Nacho. -Aparto la copa. 
-Pero, ¿No te alegras por Dani?
-Que pregunta más tonta, pues claro que me alegro, pero es que estando embarazada no es aconsejable beber alcohol, ¿sabes?
¡Ala! ¡Ya lo he soltado! ¡Odio que la gente insista! 
Nacho, Fernando y Uri me miran sorprendidos. 
-¿Estás embarazada Anna? -Pregunta Uri atónito-. ¿De Dani...? 
-No, del Espíritu Santo... 
-Pues doble motivo para brindar, ¿no gente? -Suelta Nacho. 
Y dale con la manía de beber por todo. Mala costumbre es esa, pero bueno... 
Todos cogen sus copas. Yo me echo un poco de agua, ahora es lo único que me apetece. 
-Por la pronta recuperación de Dani, que cada día vaya evolucionando a mejor y vuelva a estar con nosotros alrededor de una mesa. Y también por Anna, que tenga un buen embarazo y me dé un sobrino o sobrina que no sea del Real Madrid. 
Tina le da una colleja. Él se frota la nunca. 
-Salud. 
-Salud. -Repetimos todos chocando nuestras copas y bebiendo el contenido. 
Pues ya está. Todos saben que estoy embarazada y de la peor manera, obviamente yo no quería que se enteraran así, pero como alguien dijo en algún momento en el que algo no le salió bien y decidió ver el vaso medio lleno, pues soltó para si mismo: si sucede así, por algo será... está bien, lo reconozco, no sé si esa frase existe como dicho, pero razón no le falta, ¿a qué no? Pues ya está. 


Dani está despierto, sí, está despierto. No puede hablar aún por la traqueostomía, mueve apenas los dedos de la mano y mueve la cabeza lo suficiente como para distinguir un gesto de afirmación o negación, mueve los ojos como quiere y poco más, pero para mí por el momento es suficiente. Lo importante es que ha despertado de un coma profundo. 


-Creemos que Dani puede volver a recuperarse casi del todo. Mucho debemos trabajar para que se pueda recuperar al cien por cien, pero podemos ganar bastante con los ejercicios de rehabilitación que le iremos proponiendo. -Dice el doctor. 
Tina y yo estamos reunidas con el doctor en su despacho. Los chicos se han quedado fuera esperando. 
-¿Cree que podrá volver a caminar? -Pregunta Tina con el corazón en un puño. 
Sí, habéis leído bien y seguramente habréis llegado a la conclusión de que por alguna razón Dani no puede caminar. Pues no, no puede caminar, y por no poder, no puede moverse. Al parecer le han ido moviendo las extremidades y ha mostrado indicios de que no las puede mover. No me preguntéis a mí, yo de estos temas no sé, no soy doctora ni he estudiado medicina, pero nada es tan sencillo como coger el móvil y buscar en Google. Bien es verdad que yo podría hacerlo, pero tengo demasiado en que pensar. 
-Todavía es muy pronto para poder darles una respuesta, pero como les he dicho, la rehabilitación le ayudará a llevar una vida de lo más normal. 
-¿Y de la cabeza? ¿Cómo está?
No sé qué es peor: las preguntas o las respuestas. Da igual, esté como esté yo estaré ahí para cuidarle y darle todo el amor que se merece. 
-Aún es pronto para determinarlo, eso se irá viendo con el paso del tiempo... entiendan que... un traumatismo en la cabeza como él sufrió, fue muy fuerte y podemos esperar cualquier cosa. Le iremos haciendo pruebas para poder ver qué es lo que necesita. 
-Bueno, necesite lo que necesite nosotras estaremos ahí para ayudarle. -Digo yo cogiendo de la mano a Tina. 
Ella me la aprieta. 
-Pues claro que sí, pronto se va a recuperar, muy pronto, que lo sé yo. Mi hijo no se rinde tan fácilmente. Mi hijo volverá a dar la guerra que daba siempre... -Dice con la voz temblorosa apunto de llorar.
Esta vez siento que debo ser yo quién dé el abrazo primero. La atraigo delicadamente hacia mí y la abrazo. 
-Todo va a salir bien, ya lo verás. 
Le doy un beso en la cabeza. 
-Eres un cielo Anna, gracias. 
Sonrío. 
-Si tenéis alguna pregunta o consulta que hacerme, no dudéis en llamarme. -Interrumpe el doctor. 
-De acuerdo doctor, muchas gracias por todo. 
-De nada... -Se nos queda mirando unos instantes-. En teoría ahora no tengo nada que hacer si no ocurre alguna urgencia claro, el caso es que no necesito el despacho por el momento, ¿os dejo unos minutos a solas? 
-Si no le importa... -Le respondo ya que Tina es incapaz de hablar. 
-Bien, tomaos el tiempo que necesitéis. 
-Gracias. 
El doctor sale y cierra tras de si. 
El hecho de ver a Tina abrazada a mí buscando consuelo me mata por dentro. Siempre tan fuerte, firme, vencedora, luchadora... no puedo verla así de esa manera... es algo que me desarma por completo. 
Ella se incorpora poco a poco y me mira. 
-Perdóname. -Me dice enjugándose las lágrimas. 
Yo le tiendo un pañuela. 
-No tienes porqué disculparte por nada Tina, de verdad. Tú me apoyas a mí, me ayudas y me cuidas, pues yo estoy aprendiendo de la mejor y lo aplico. 
Las dos reímos. 
-Estoy segura de que llega a ser con otra y no corre la misma suerte que contigo. 
-Bueno, eso nunca se sabe. 
-Se sabe, claro que se sabe. Mi hijo no estaba en lo más alto, pero sí tenía lo suyo en un lugar privilegiado, y eso cualquier tipa lo busca para acomodarse y no esforzarse en conseguir lo que quieren, hay muchas así. 
-Sí, en este mundo hay de todo por desgracia... 
-Me siento orgullosa de mi hijo por haberte atrapado. 
Me sonrojo y sonrío. 
-Siempre me tendrá atrapada créeme. 
-No sabes cuánto me alegra oírte decir eso. 
Sonreímos. 
-Vamos fuera que estos se estarán preguntando qué nos habrá pasado. 
Yo asiento y la sigo, salimos fuera a reunirnos con los chicos. 


Esta vez al entrar en la habitación siento el ambiente como más vivo, no sabría explicarlo, pero creo que ustedes ya me entienden. 
Dani está maravilloso ahí con la cama incorporado. 
-Hola mi amor. -Me acerco y le acaricio la mano delicadamente para no asustarle. 
Los médicos nos han advertido de que hay muchas posibilidades de que no nos recuerde, que sufra amnesia y se asuste o reaccione de mala manera al vernos. Eso me preocupa y me aterra, pero creo que la emoción de saber que está de vuelta puede con todo, esa ilusión, esa fe, puede con todo lo negativo.
Él me coge de la mano y me la acaricia. Una sonrisa radiante se cuela por mi rostro y lo ilumina como un sol de Junio.  
-Es mi mano, ¿te gusta mi mano? 
Él sigue acariciándola con las yemas de los dedos. Mueve la cabeza y me mira. Sus ojos están entrecerrados, a lo mejor está cansado. El caso es que asiente con la cabeza. ¡Le gusta mi mano! ¡Me ha entendido! ¡Eso quiere decir que tan mal no debe de estar! ¡Eso es bueno! ¡Es buenísimo! 
-A mí también me gustan tus manos, ¿sabes? Son muy suaves y bonitas. Me gusta lo suave y lo bonito. 
Él sigue mirándome atento. Me está escuchando. Le interesa lo que le digo. Llamadme  cursi, pija o lo que os salga del cimbrel, pero para mí este momento está siendo ¡MÁGICO! Registrado queda. 
Él empieza a explorar con su indice y pulgar todos los dedos de mi mano. Me parece lo más tierno y dulce que he visto en mi vida. 
-Este dedo que estás tocando ahora es el meñique, es el más pequeño de todos. Es mi meñique, lo siento no te lo puedo dar. Además tú tienes uno, deja a los demás los suyos. -Me río. 
Él asiente y pasa al otro. 
-Este es el anular, y no tengo ni la más remota idea de porqué tienen estos nombres, a si que poco más te puedo decir yo de este dedo.  
Deja el anular y me coge el siguiente. 
-Este es dedo corazón, de ese me hago una ligera idea de el porqué se llama así, y es porque es el que está en la mitad y metafóricamente el corazón es el centro de todo, pero metafóricamente hablando claro. ¿Sabes dónde tenemos nosotros el corazón? 
Niega con la cabeza lentamente. Tienes que estar muy atento para darte cuenta de sus movimientos con la cabeza. 
-Pues nosotros, las personas tenemos el corazón aquí. 
Con muchísimo cuidado y extremadamente lentitud acerco su mano con mi mano hasta su pecho. 
-Mira... ahora si te das cuenta notarás como tu corazón late. Boom boom. Boom boom. Boom Boom... ¿Lo notas?
Él coloca bien su mano sobre su pecho, cierra los ojos y se queda esperando a encontrar los latidos de su corazón. Yo no puedo apartar mi brillante mirada de él. Es lo más bello que ha caído en este mundo.  Abre sus ojos al encontrar sus latidos, juraría que se le ha iluminado la cara al notarlo. 
-Que chulo, ¿no? 
¡Dios, es precioso! 
Él me mira y asiente. Levanta su mano  y me coge la mía, la coloca sobre su pecho y luego posa la suya acorralándola entre ambos. 
¡Es lo más dulce que ha creado el universo! 
-Lo noto mi amor, lo noto. 
Sus ojos se clavan en los míos. Yo sonrío. 
-Qué bonitos son tus ojos cielo... 
Él juega con mi mano. Creo que me está diciendo que a él también le gustan los míos. 
Me acerco despacio a él y bajo su atenta mirada le dejo un beso en la mejilla. Me separo despacio y le miro. Él me suelta la mano y con dificultad se la pone en la mejilla y se la acaricia. 
-Eso es un beso, te he dado un beso mi amor. ¿Te gustan los besos?
Él asiente mientras se acaricia con las yemas de los dedos la mejilla. 
-A mí también me gustan los besos. -Le acaricio la muñeca. 
Él me vuelve a coger de la mano y me la aprieta. 
Sonrío. 
Me levanta la mano lentamente, la aproxima hasta su boca y hace ademán de besarme la mano.
¡Dios! ¡Es adorable! 
-Me encanta... besas muy bien, ¿eh mi amor? Me encantan tus besos. 
Vuelve a hacerlo. 
¡ES LO MÁS BONITO DEL MUNDO!

Lo peor de todo es cuando entra una enfermera para dar el aviso de que la hora de visitas se ha terminado y que por favor me despidiera de él. 
-Claro, un minuto por favor. 
-Bien. -Cierra y se va no muy lejos para vigilar y cronometrar el minuto que he pedido. 
¡Me cae mal esa enfermera!
Miro a Dani, le acaricio la mano. 
-Ya has oído a la enfermera, tengo que irme... 
Me aprieta la mano. Por favor eso no, por favor.... 
-Pero volveré mañana, te lo prometo. 
Él sigue apretándome la mano. 
-Dani por favor... créeme que voy a volver mañana. 
Tengo que hacer un esfuerzo titánico para no echarme a llorar, pero él no me hace caso y sigue apretándome la mano. 
-Dani... tengo que irme. 
Niega con la cabeza y clava sus ojos en los míos, su mirada me suplica que no me vaya, que me quede con él más tiempo. 
-Dani... -Le desvío la mirada. 
Él me aprieta aún más fuerte la mano a modo de protesta para que no le desvíe la mirada. 
´-Tengo que irme cielo, tienes que soltarme... 
Dios, esto es demasiado duro para poder soportarlo con entereza.
Él me acerca la mano a la boca y me da uno de sus besos. ¡No es justo! 
La enfermera entra en la habitación. 
-Por favor señorita... 
La miro con ferocidad, pero eso no la impide ejercer su trabajo. 
-Tiene que despedirse. 
-Es lo que estoy haciendo. 
-Yo lo siento mucho de verdad, pero las normas son las normas. 
-Comprendo. -Intento soltarme de la mano de Dani, pero no me deja. 
La enfermera lo ve, se acerca a él y le coge de la mano. 
-Lo siento mucho guapo, pero tu amiga se tiene que ir, ahora te vamos a lavar y a dar la cena, ya verás qué rica. 
Le coge de la mano más fuerte que él a mí y nos la separa. Dani intenta soltarla y coger la mía, pero le es imposible. 
Es de lo peor que he visto en mi vida. 
-Daniel venga ya, mañana la volverás a ver, venga tranquilízate. -Dice la enfermera. 
Hija de puta como te odio. Ahí coincido yo con Ann. 
-Hasta mañana mie amor... -Le acaricio fugazmente la cara y me separo de él. 
Su mirada me persigue mientras yo salgo de allí. Creo que hoy no voy a poder dormir recordando esa mirada de "Te necesito". No voy a poder olvidarme de esa mirada. Es imposible. 



ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO EL CAPÍTULO DE HOY. GRACIAS A TODOS POR TODO LO QUE ESTÁIS HACIENDO POR MÍ, ES DECIR, ME ESTÁIS DANDO APOYO SIMPLEMENTE CON LEER LO QUE ESCRIBO. GRAAAACIAAAAS. UN ABRAZO CIELOS. 



@_TinaGarcia         os quiere. 

martes, 21 de enero de 2014

Capítulo 47: Vitaminas que se evaporan.

Han pasado cuatro semanas desde que Daniela se marchó. Las cosas siguen su curso, la vida sigue para todos aunque ahora parezca que se ha detenido, pero no, la realidad es que la aguja fina del reloj del tiempo sigue haciendo a su tic tac, tic tac... las nubes sobrevuelan los cielos de Madid dejando caer lluvias con tormenta que hacen que esos días la tristeza se magnifique más, la gente va entrando y saliendo de sus casas al trabajo, del trabajo a comprar, de comprar a por los niños al colé y del colé con los niños a casa. A ver, que he generalizado mucho la cosa, luego ya cada uno que viva su día a día como le sea conveniente y guste, eso ya no es cosa mía. A lo que yo quiero ir a parar es a que todo fluye, el tiempo no se detiene, que las sensaciones que nos causan algunos acontecimientos que ocurren a lo largo de la vida pues que nos hacen creer cosas que en verdad no están sucediendo porque es simplemente imposible que ocurran. Lo siento, creo que por ahí ha faltado alguna coma o un punto o algo, pero ya ven, no lean en voz alta, que lo lean vuestras conciencias, ellas no se ahogan, ¿no? ¿Lo habéis probado alguna vez? Bueno, si se ahogan vosotros me lo decís, bien es cierto que ahora mismo yo podría comprobarlo pero ahora os tengo que contar lo que sucede en mi presente, mis sensaciones y emociones y es ya demasiado lío para mí con todo lo que llevo encima... ¿Por dónde iba? Bah... la vida.... pues eso... que la vida sigue y algún día por capricho del que creó la materia, la vida y todo lo que exiiste, pues todo se va al garete, fin, hasta nunca tarunka. Sí, estáis en lo cierto: me lo acabo de inventar. 


Acabo de salir de la ducha. Estoy frente al espejo contemplando como mi cuerpo está empezando a cambiar por el embarazo. Aún no le he dicho nada a nadie, es algo imperdonable por mi parte, pero es que es lo que les faltaba por recibir... Anna está embarazada. Debo contárselo a sus padres, deben saberlo, ya no dispondré de tiempo para ocultarlo, ahí dentro está creciendo una persona y eso en una chica como yo se nota. 
-Hola bebé... -Poso mi mano delicadamente sobre mi vientre y lo acaricio suavemente, con delicadeza-. ¿Qué tal ahí dentro? ¿El alojamiento bien? La comida está buena, ¿eh? Es tu abuela que cocina como dios, pero que sepas que hay cosas que mami también cocina, seguro que eso es lo que más te gusta que lo sé yo.
No puedo evitar emocionarme al imaginarme a Dani acercándose a mí, que se agache y deje descansar su mano en mi tripa y empezar a hablar contándole como funciona el mundo, advirtiéndole de como serán las normas de convivencia, que habrá horarios para compartir a su madre... es imposible que no nazcan esos pensamientos en mi cabeza... si me detengo un minuto a pensarlo  a fondo, creo que no es el hecho de estar embarazada lo que me fastidia, sino que Dani, el padre de esta criatura, no esté conmigo para poder disfrutarlo. Estoy mil por cien segura de que él estaría como un loco con eso de ser padre. No estaría de más que el milagro entrara a la habitación de Dani y lo abrazara para darle fuerzas para seguir adelante, no estaría de más la verdad que no. 
-Verás como pronto tu padre nos estará dando el coñazo... 
Digo en voz alta para creérmelo yo también. 
Ya me he terminado de arreglar y voy a la cocina a tomarme un batido de frutas con leche. Tina me sonríe afectiva el verme entrar y saluda. 
-Buenos días, ¿qué tal has dormido hoy?
Me siento mientras ella me sirve el batido recién hecho. 
-Pues mal la verdad, no paro de dar vueltas en la cama. 
-Pero eso es porque tú le das vueltas a la cabeza, deberías relajarte. 
-Ya. 
Eso es tan fácil de decir... 
-Tómate el batido anda. 
Me lo empiezo a beber. Esto no es desayuno, ¿desde cuándo esto es un desayuno? Es que tampoco tengo mucha hambre por no decir nada de hambre, pero lo tengo que hacer por mi bebé, ya no soy yo sola, somos dos. 


Leila es como una muñequita, es una niña preciosa y cada día está más grande, y Uri está como loco con esa pequeña. 
-Mira que manitas tiene, mira como las mueve. 
Sonrío, qué imagen más bella. 
-Es preciosa, sí. 
Él acaricia con las yemas de los dedos a la niña y ella le coge un dedo. 
Ambos sonreímos. 
-Mira, no quiere que te vayas. 
Me río.  Ojalá Dani también pudiera cogerme de la mano o del dedo... ojalá. 


Pasan varios días. Estoy en la cama, no me encuentro bien. Llaman a la puerta. 
-¿Sí? 
-Anna, ¿puedo pasar? Traigo la ropa lavada y planchada. 
Me incorporo. 
-Claro pasa. 
Tina entra con un montón de ropa lavada y planchada. 
-Me sabe fatal que tengas que estar haciendo todas estas cosas tú, siento que me estoy aprovechando de vosotros. -Le suelto con total sinceridad. 
A decir verdad, me cuesta mucho expresarme con Tina y Fernando, son buena gente y se portan conmigo mejor de lo que merezco, pero aún así... me cuesta. 
Tina me mira y sonríe afectuosa, se acerca a mí y se sienta en la cama. 
-Pero no te sientas así tonta, -me sonríe- no te preocupes por nada, yo te ayudo a ti totalmente encantada, además que tú en este estado lo que necesitas es descansar e intentar estar más relajada. Mira la cara tienes, -me toca la frente- parece que tienes unas décimas. 
La miro sorprendida, no la puedo ocultar. 
-He tenido dos hijos cielo, eso se nota... -Me acaricia la cara. 
Ahora yo no sé qué decir. 
-¿De cuánto estás?
-Casi tres meses... 
Ella sonríe emocionada. 
-¡Tres meses! Dani estaría muy ilusionado con todo esto. 
Unas lágrimas hacen que sus ojos brillen, pero ella no deja que se les escapen. 
Yo no puedo hacer otra cosa más que asentir. Si me pongo a hablar estoy segura de que me derrumbaré y delante de Tina no me apetece que ocurra. 
-¿Te vas a venir a ver a Dani?
-No, hoy me quedo aquí, no quiero empeorar ni tampoco ir a verle a la UCI en este estado, no es bueno para él ni para los demás enfermos. 
-Bueno, si empeoras me avisas y nos vamos al médico. 
-Tranquila, lo haré. 
-Te voy a traer un zumo de naranja, ¿quieres algo más?
-No. 
-Bueno, bien. -Se levanta y se va. 
Me tumbo en la cama, creo que me estoy quedando dormida, pero antes de que Morfeo me atrapara Tina llama a la puerta y entra con el zumo y trae unas pastas en un plato. 
-Te he traído unas galletas para que puedas comer si te entra el hambre.
-Gracias.
Me incorporo, Tina me da el vaso de zumo. 
-Tómate el zumo que se van las vitaminas. 
Sonrío. 
-Las vitaminas se evaporan... -Doy un trago al zumo-. Ojalá los problemas fueran vitaminas y se oxidaran como ellas. 
Tina sonríe, me acaricia el pelo y me besa la cabeza. 
-Eres un ángel Anna. 
Me sigo bebiendo el zumo. 
-Los ángeles no tienen problemas. 
-Claro que los tienen, por eso son ángeles, porque nunca se rinden. 
-Estoy obligada a ser fuerte y a no rendirme. 
-Porque tienes cosas por las que luchar, por eso no te rindes. 
-Pues sí. 
-Bueno, te dejo descansar. 
Me coge el vaso, me da otro beso en la cabeza mientras yo me tumbo. Ella me mira con dulzura. 
-Ya verás como todo va a salir bien Anna, pronto verás como los problemas se habrán  evaporado. 
Asiento mientras cierro los ojos, tengo bastante sueño y solo quiero ir hacia los brazos de Morfeo y nadar hacia lo más profundo. 


-Anna, Anna... 
-¿Dani? ¡Dani! ¿Dónde estás Dani? ¡Dime dónde estás!
Empiezo a correr por la oscuridad. Dani me está llamando y no sé dónde está. 
-Anna, ven aquí por favor... 
-Pero, ¿dónde estás Dani? 
-Estoy aquí.
-¡Dani dime dónde estás! 
-¡Estoy aquí Anna! ¡Ven! 
Intento encontrarlo, pero no sé dónde está, no le encuentro. 
-Dani, no te encuentro. ¿Dónde estás? 
-Anna ven, ven por favor te necesito, ayúdame.
-¿Cómo que me necesitas? ¡Dani por favor ayúdame a encontrarte! 
-Ya sabes dónde estoy. ¡Por favor ven! 


El timbre del WahtsApp me despierta. 
-¡Dani! 
Tengo la respiración bastante agitada. Cojo el móvil y miro el WhatsApp es Uri, me ha mandado una foto de Leila, la veo y sonrío. De repente recuerdo el mal sueño que acabo de tener. Dani me estaba llamando casi a gritos, decía que me necesitaba... Me levanto de la cama, me aseo lo más rápido que puedo y me arreglo para ir a ver a Dani al hospital, no me puedo quedar aquí en casa, necesito verle y aunque él no me lo pueda demostrar sé que también necesita que vaya a estar con él. 
Cojo las galletas que me ha dado Tina y me las llevo para el camino. Tengo hambre, eso es buena señal.


Veo a Nacho en la sala de espera. Al verme se levanta sorprendido. 
-Anna, creía que estabas pachucha.
-Sí, pero ya estoy mejor, ¿tus padres están dentro con Dani?
-Sí. 
-Vale, voy a entrar. 
-Bien, luego nos vemos guapa. 
Me despido con la mano y entro a ponerme las prendas. Saludo a las enfermeras y a las auxiliares que cuidan muy bien a mi novio y me dirijo a su habitación, doy un pequeño golpecito en el cristal de la puerta para llamar la atención de Tina y Fernando. Ambos salen.
-¿Te encuentras mejor? -Me pregunta Fernando. 
-Sí, perdonad por interrumpir...
Obviamente no les voy a contar lo de mi extraño sueño, no quiero parecer tonta. 
-Bueno, pues nosotros vamos a salir, te esperamos fuera. 
-Vale, hasta luego. 
Abro la puerta y entro en la estancia. Me acerco a Dani, le cojo de le la mano. 
-Hola mi amor, ya estoy aquí, he venido a verte mi vida. -Sonrío mientras le aprieto dulcemente la mano.
No sé si es por la emoción o yo que sé, pero he notado un ligero apretón de respuesta al mío. Me quedo paralizada. No, no creo que haya pasado, estoy algo emocionada por el sueño, eso es todo. 
Un dedo acaricia mi nudillo y se me hiela la sangre. 
-¿Da-dani...? 




ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO ESTE CAPÍTULO. OS QUIERO MUCHO MIS QUERIDOS BOMBONES. CUIDAOS MUCHO MUCHO MUCHO Y SEGUID ASÍ DE GRANDIOSOS!!!!


@_TinaGarcia 

viernes, 17 de enero de 2014

Capítulo 46: La despedida.

Las cosas suceden por alguna razón, dijo alguien que estaba apunto de perderlo todo, entonces se aferró a esa frase para poder soportarlo y no volverse loco. No hizo mal. Me siento a cavilar sobre esa frase, la analizo palabra por palabra, intento comprender más razones escondidas que puede tener, pero no, no encuentro nada, no lo entiendo. Entendedme, es que no entiendo como en tan poco tiempo un tsunami de mala suerte nos ha arrebatado todo lo bueno y nos ha dejado un sinfín de problemas que aparecen de debajo de las piedras. No lo entiendo. 

Uri entra en la habitación de Daniela. Ella estaba acompañada por dos chicas que más o menos tenían su edad, la estaban ayudando a hacer el equipaje. 
Uri se queda plantado contemplando la escena. Ella levanta la vista, y clava sus ojos en los de él. 
-¿Qué?
-Te vas. 
-Sí... 
-Te vas sin despedirte... 
-Iba a hacerlo. 
-¿A dónde te vas? 
-Pues a Barcelona, con mi familia. 
-¿Y Leila? 
Daniela se queda callada, mira a sus primas, ambas dejan lo que estaban haciendo y salen fuera para dejarles a solas. 
Daniela lo mira. 
-Uri yo... 
-O sea que es cierto, que la dejas aquí... -Dice él dolido y mosqueado. 
Ella agacha la cabeza, se seca las lágrimas que se van escapando por sus mejillas. 
-Entiéndelo por favor... 
-¿Qué quieres que entienda? ¿Qué una madre abandone a su propia hija? ¿Eso quieres que entienda? 
-Es que no... 
-No tienes excusas con las que argumentar lo que estás haciendo, y si estás llorando de verdad, es porque en el fondo sabes que lo que estás haciendo no está bien. 
-¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡No sabes de lo que estás hablando! 
-Baja la voz. 
-Pues deja de reprocharme. 
-Es que lo que estás haciendo no tiene nombre, bueno, tenerlo lo tiene, pero no es bonito. 
-Mira Uri, sé que no lo es, no está siendo fácil para mí, ¿sabes? Esto no es nada fácil, no es nada que haya decidido de la noche a la mañana. 
-Por favor explícate, porque por mucho que lo intente yo no lo entiendo. 
-Tenía que salir del hospital algún día, ¿no? 
-Sí, ¿y? 
-Pues que dado a que no he recuperado ni un segundo de mi vida pasada antes del accidente, pues me voy con mi familia a mi ciudad, sé que nací en Barcelona y que me he criado en Barcelona, con ellos estaré bien. 
-Yo también formé parte de tu vida pasada, vamos, me decías que yo era la persona más importante que había en tu vida. 
-Puede, pero ahora yo de eso no me acuerdo. 
-Podrías quedarte y yo te ayudaría a recordarlo, o si no podemos crear nuevos recuerdos para la posterioridad. 
Él es totalmente consciente de que se estaba rebajando a un nivel demasiado bajo, pero lo intentaría todo para que ella se quedara, hasta que no quedara ninguna posibilidad. 
-Eso era antes Uri, antes, yo ahora no recuerdo absolutamente nada, no puedo hacer nada. 
-¿Y no sientes ahora nada por mí? 
Ella niega con la cabeza. 
-Realmente yo ahora mismo no siento nada por nadie, ni siquiera por mis primas... ¿entiendes lo que te quiero decir? Yo no siento nada... créeme cuando te digo que esto me duele más a mí que a ti. Es decir, cada mañana me despierto sin motivos de vivir... porque no los recuerdo. Sé que tú eres un buen chico, que Anna es una buena chica, pero vosotros tenéis mucho encima como para dedicaros a ayudarme a recordar, por eso me voy, para que puedan ayudarme a recordar o como mucho a empezar una nueva vida... 
Él al escuchar esas palabras no puede evitar que las emociones rompan el muro de rabia y deje las lágrimas caer. 
-Mírate, -sonríe- eres un buen hombre, eres un cielo, pero yo no puedo ser una carga para ti, y ahora es como me veo, por mucho que te repitas a ti mismo que sí, que puedes hacerlo, que quieres hacerlo, pero es que alguien pequeñita te necesita más que yo... -Ella también estaba conmocionada. 
-Ella también te necesita... -Dice él intentando frenar la mar de lágrimas que se le escapaban. 
-Lo sé... -su voz se quiebra-, pero como ya te he dicho antes.... no siento nada por nadie, bueno sí, por ella sí... créeme. 
-¿Pero...? 
-Pero suerte que sé razonar, expresarme y leer, pero cuidar de un bebé... -Niega con la cabeza. 
-Dios... 
Se apoya sobre la camilla, se contiene todo lo que puede, no quería derrumbarse delante de ella. Ya no podía reprocharle nada, en cierto modo ella necesitaba alejarse de aquello, tampoco era plan de retenerla y de encerrarla en una casi segura depresión que la acabaría matando por dentro. 
-Lo siento... me tengo que ir ya... 
-Pero Daniela antes de irte, ¿no vas a ver a Leila? Aunque sea para despedirte... 
Ella se sienta en la silla y niega con la cabeza. 
-Lo entiendo... bueno, pues te acompaño si no te importa, vale?
Ella asiente. 
Uri empuja la silla de ruedas y la saca de la habitación, las dos primas cogen sus pertenencias y van con ellos. 
-Por fin vas a poder ver el mundo por fuiera, ¿estás con ganas? -Le pregunta él, quería subir los ánimos. 
Ella asiente y sonríe.
Bajan a la puerta, estaban esperando a un taxi para que las llevara a la estación de tren. 
-Despídete de Anna de mi parte, ¿vale? 
-Claro... 
-Sé que cuidarás bien de Leila. 
-De eso puedes estar más que segura. 
-Y espero que su novio se despierte pronto, la veo muy sola. 
-Sí, esperemos... 
-Hay un taxi libre Daniela, nos tenemos que ir. -Le dice una de las primas. 
-Bueno Uri, -se levanta de la silla y lo mira- cuídate, ¿vale? Nos veremos pronto. 
-Bien... cuídate. 
-Tú también. 
Ella se aleja lentamente con sus primas, suben al coche. Él contempla con lágrimas en los ojos como el coche se aleja y desaparece entre el tráfico.


Dani tiene los ojos cerrados, es como si estuviera dormidito como un ángel, pero lleva así ya mucho tiempo, quiero que se despierte y se comporte como un diablillo, mi diablo, mi pequeño gran diablo.
-Echo de menos tus diabluras... 
Poso mi mano sobre la suya que se mantiene inerte como siempre. Algún día espero que al tocarla, reaccione de alguna manera, que dé señal de que siente que estoy aquí. 
-¿Te cuento lo que me ha pasado hoy? -Sonrío, le voy a contar lo ocurrido de camino al hospital-. Pues íbamos tus padres, tu hermano y yo de camino en el coche para ir a verte, y entonces de repente empecé a sentirme mareada y se me revolvió el estómago, y menos mal que me diio tiempo a abrir la puerta del coche y he empezado a vomitar en medio de la carretera, en fin, que la he liado parda, -sonrío- también te digo que menos mal que lo he hecho cuando el semáforo estaba en rojo que si no le dejo perdida la tapicería a tu hermano. 
Agacho la cabeza. 
-Sí ya, sé que es algo asquerosísimo, pero es que desde que no estás conmigo no me pasan cosas divertidas... por eso quiero que te despiertes pronto, porque quiero vivir momentos divertidos a tu lado, bueno divertidos, románticos, aburridos... el caso es que tú estés a mi lado. Te necesito a mi lado mi amor. 
Como es previsible él no contesta, no dice ni hace nada. No espero el momento en el que él haga algún débil movimiento o algo, que dé señal de vida. 
Tina entra y nos mira, se acerca a Dani y le da un beso en la frente. 
-Hola mi niño. -Le susurra. 
Yo me levanto. 
-¿Te vas? -Me pregunta Tina levantando la cabeza para mirarme. 
-Sí, así dejo que entre Fernando o Nacho y estáis toda la familia junta. 
-¿Te encuentras bien? Sigues pálida.
-Sí, sí estoy bien, de verdad. Lo que sí que voy a hacer es irme para casa, puede que todo esto sea el cansancio, llevo varias noches que apenas pego ojo y bueno, voy a intentar dormir un rato. 
-¿No quieres que Nacho te acompañe? 
Niego con la cabeza. 
-Es que me sabe mal que tenga que hacer dos viajes de ida y vuelta, mejor que se quede con vosotros, yo cogeré el metro. 
-Bueno, ten cuidado. Llámeme cuando llegues. 
-Descuida. 
Me acerco a Dani y le doy un beso en la frente. 
-Te quiero. -Susurro, me quito las prendas de usar y tirar y me voy de allí. Me despedí de Nacho y Fernando y me voy. En la puerta veo a Uri sentados en un banco de la puerta. Me acerco, me siento a su lado. 
-Uri... ¿estás bien?
Él tarde en responderme unos segundos. 
-Se ha ido.... 
Oh Dios mío, ahora mismo no sé qué decirle para poder consolarle. Sé que Uri ahora está destrozado. 
Me mira y me coge de la mano para que me tranquice, sabe. 
-¿Sabes? Al principio no lo comprendía, pero lo hemos hablado y bueno, ella lo necesita de verdad... 
-En la vida no es todo o blanco o negro. 
-Hay grises. -Se queda callado y me mira-. ¿Qué vas a hacer tú ahora? ¿Has visto a Dani?
-Sí, le he visto, y sigue igual. Como siempre, ni para alante ni para atrás. 
-Las cosas como estas van muy lentas. 
-Ya, pero es que le necesito ya. 
-Ya, te entiendo. 
Me levanto. 
-Bueno, yo me voy ya. 
Él me mira. 
-¿Estás bien? Estás pálida. 
-Sí, estoy bien, necesito descansar. 
-No me gustaría que te desmayaras Annia. 
-Tranquilo, me he cogido una lata de coca-cola por si acaso. 
-¿Quieres qué te acompañe? 
-No, no gracias, prefiero ir sola. 
-Vale, hasta luego guapa. 
-Hasta luego guapo. -Sonrío. 


Llego a casa, por fin un rato para estar yo sola. Voy a la habitación, cierro la puerta y me quedo de pie contemplando la poca vida que hay, ahora siempre está ordenada, ya no hay zapatillas por en medio, ni camisas colgadas en el respaldo de la silla o el móvil en la mesita de noche. Me siento a los pies de la cama, y me paro a pensar en cosas que antes no lo había hecho. 
¿Cuánto tiempo lleva esto? ¿5 semanas? Sí, 5 semanas aproximadamente. El apartamento que compartía con Daniela está vacío, Daniela habrá cogido sus cosas ya y le habrán dado las llaves, ahora ya ahí no queda nada. Me levanto de la cama, abro el armario, contemplo las camisas de Dani. Cojo una que él se había puesto bastantes veces, no sé si era su favorita, la verdad es que varias habían sido sus favoritas, o sea se ponía muchas muchas veces... le quedaban todas tan bien... Me acerco la camisa a la cara, la huelo. Aún conserva su olor a Dani. Le quiero, le echo tanto de menos... Estrecho la camisa entre mis brazos, me acurruco en la cama y me quedo ahí, esperando a que los brazos de Morfeo me cogieran y me llevaran a lo más profundo. 


Me despierto sobresaltada, todo sigue igual tal como lo he dejado yo antes. ¿No han Nacho, Tina y Fernando? ¿Qué hora es? Si parece que es por la tarde. Cojo el móvil miro la hora, son las 17:45 PM. Pues sí que he dormido yo mucho. Veo que tengo varios mensajes en el WhatsApp, son de varios amigos míos y de Tina. 

Tina: Anna, no vamos a comer a casa, Uri nos ha contado lo que ha pasado y hemos decidido quedarnos con él. ¿Estás bien? Si te encuentras mal o algo, me lo dices y vamos a por ti. 

Veo que ella está en linea y recibo de inmediato un mensaje: 

Tina: ¿Estás bien? 

Le respondo de inmediato para que no se preocupara. 

Yo: Sí, estoy bien, me he pegado una buena siesta. ¿Qué tal está Uri? ¿Qué tal ha ido todo?
Tina: Bien dentro de lo que cabe. ¿Has comido algo?
Yo: Me acabo de despertar. 
Tina: Pues come algo, debes alimentarte bien. 
Yo: Vale. Luego voy para el hospital para ver a Dani y a Leila. En un rato nos vemos. 
Tina: Un beso. 


Me he comido un bocadillo de atún con tomate restregado. Mmm, es un manjar exquisito y asequible para todos los bolsillos, yo ahí dejo mi consejo. Me doy una ducha fría, me lavo los dientes y me preparo para volver al hospital. Todos los santos días la misma rutina, es agotadora, pero por él lo merece. Termino de arreglarme, me miro al espejo y me fijo en mi vientre. 
-¿Cómo les digo yo a tus padres y a todo dios que te tengo metido aquí dentro? ¿Eh? 
Pregunto al ser que está creciendo dentro de mí. 
-Ya, no tienes ni la menor idea, era de suponer. Todo irá bien, ¿vale? Mami te lo promete. Todo va a salir muy bien. 
Me voy a la habitación. No sé porqué siento el extraño impulso de abrir los cajones de Dani y coger algo suyo y llevarlo siempre conmigo. Me acerco a le mesita de noche, abro un cajón, rebusco entre sus cosas, posiblemente esto no esté bien, porque son sus cosas y estaré invadiendo su intimidad, no lo sé, pero siento que debo hacerlo. Encuentro su reloj azul, siempre se lo ponía, sonrío. Creo que me llevaré este reloj, pero no lo llevaré yo, esto mejor se lo dejaré allí, es suyo y tiene que tenerlo consigo. Lo guardo en el bolso. 
Cojo sus gafas de sol azules, sonrío al recordarle con ellas puesta. Era muy guapo, él, pusiera lo que se pusiera estaba buenísimo. Nadie se imagina cuanto lo necesito.
Aún con el reloj en el bolso y las gafas en la mano, estas cosas no son lo que yo quiero llevar conmigo a todas partes, no sé como explicarlo, quiero sentir que llevo parte de él conmigo. 
Entonces cuando menos me lo espero, veo su Ipod, ¡claro! ¿Cómo no lo había pensado antes? ¡Ahí estarán todas sus listas de reproducciones musicales favoritas! Eso es lo que necesito. Sonrío, lo enciendo, veo que la batería la tiene llena, bien, ahora podré escuchar sus canciones preferidas en los momentos en los que me sienta sola. 
Pase lo que pase, Dani, siempre va a ir conmigo vaya donde vaya, esté donde esté... SIIEMPRE. 


ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO EL CAPÍTULO DE HOY. OS IBA A DECIR QUE OS QUIERO MUCHO Y QUE GRACIAS POR TODO Y TAL, PERO YA LO SA´BIES, POR ESO OS VOY A PEDIR UN FAVOR, SEGUID LEYENDO ESTO, ES DE LAS POCAS PEQUEÑAS TONTAS QUE ME HACEN SENTIRME VIVA, POR ESO ES TAN IMPORTANTE PARA MÍ, USTEDES SON IMPORTANTES PARA MÍ, AUNQUE NO OS LO CREÁIS. UN BESO AMORES. 


@_TinaGarcia 

miércoles, 15 de enero de 2014

Capítulo 45: Reacción inesperada.

Estoy en el coche mirando por la ventanilla observando la preciosa ciudad de Madrid. Pocas veces me he percatado de lo bella que es esta ciudad, es hermosa. Dani adora León, dice que es la mejor ciudad del mundo, pero yo adoro esta ciudad. No sé, la veo tan llena de oportunidades. Por eso me fui aquí, porque creía que aquí encontraría el trabajo de periodismo. Quería ser periodista, quería ser presentadora, quería llegar a la gente, comunicar buenas noticias, o simplemente dar ejemplo a las jóvenes almas perdidas que hay sueltas por el mundo, que no son pocas. Y ahora, ahora estoy embarazada, parada, (sí, habéis leído bien, parada, me han echado del restaurante), sin novio, sin mi mejor amiga, sin mis padres, sin nadie...  bueno a ver, tener tengo a mi lado a Uri, a Tina, a Fernando y a Nacho, ellos me están apoyando en todo lo que pueden y más, pero para mí no es suficiente, no sé, así no puedo ser feliz. ¿Cómo voy a ser feliz? Joder, si es que siento que estoy liándola más. O sea, entendedme, es que no les he contado a nadie que estoy embarazada y llevo dos semanas sabiéndolo y no se lo he contado. Ahora cada vez que intento contárselo, pues me echo atrás. Pero, si me preguntáis por qué lo hago, es que no lo sé ni yo. Ellos me han demostrado infinidad de veces que ellos me están apoyando en totalmente en TODO, pero por algún motivo que mi subconsciente sabe, no soy capaz de contarlo. 
Tina me coge de la mano, me la acaricia. 
-¿Te encuentras bien cielo? ¿Estás cansada? -Me pregunta ella con cariño. 
Yo muevo la cabeza, la miro, sonrío y asiento. 
-Enseguida llegamos. -Comenta Nacho, que es el que está conduciendo. 
Para en un semáforo, me apoyo en el respaldo del asiento, cierro los ojos con fuerza, el estómago se me está revolviendo, Dios mío ahora no, por favor, ahora no, ahora no, ahora no, joder, hostia puta. Me da tiempo a abrir la puerta, mientras la bilis me sube por la garganta y echo el potaje en la calzada. Dios... qué vergüenza. 
Un copiloto del vehículo que estaba detrás del que estaba a nuestro lado, asoma su cabeza por la ventanilla y me empieza a decir de todo menos guapa. 
-¡Gorrina! ¡Marrana! ¡Está ensuciando la vía pública asquerosa! 
Yo seguía con las arcadas y los mareos, madre mía, esto es demasiado desagradable y bochornoso. Espero que ahora no se ponga en verde y provoque un atasco por estar vomitando, vamos ya lo que me faltaba por vivir, y para echarle más hierro al asunto el "señor" seguía insultándome. ¿Acaso no ve qué no lo estoy haciendo aposta? Vamos hombre, se merece que le pote en la cara, verá lo guarra y asquerosa que soy capaz de ser. 
Varios coches pitan, creo que es porque el semáforo ya está en verde y hay varios coches que no pueden avanzar. Todo está bastante confuso ahora mismo para mí. 
Vale, creo que ya no queda nada más que pueda tirar, creo que mi cuerpo lo ha expulsado todo. 
-Anna, ten, límpiate la cara y bebe agua, ¿puedes o te ayudo? -Me dice Nacho que está fuera del coche delante de mí con la precaución de no pisar mi huella sobre la calzada. 
Cojo el pañuelo, me limpio la boca, me lo guardo en el bolsillo de la chaqueta y cojo la botella de agua, le doy unos tragos inmensos para quitarme ese mal sabor de la boca. Buag... asqueroso todo. 
-Anna, ¿te encuentras bien? -Me pregunta Tina que también había salido del coche-. Dios mío, estás pálida... -Se la ve preocupada. 
Pobre mujer... 
Los pitidos no paraban de inundar la calle, la gente tiene prisa, y yo tengo un marrón encima que tela marinera. 
Nacho mira hacia la ilera de coches y grita: 
-¡EN VEZ DE ESTAR TODO EL RATO DANDO POR SACO, PODRÍAIS TENER UNA POCA DE CONSIDERACIÓN CON ESTA CHICA QUE ESTÁ EN MAL ESTADO! ¡¿O ES QUÉ NO LO VEN?! ¡NO ESTAMOS AQUÍ POR PLACER HOSTIA PUTA YA! 
Levanto la cabeza y miro a Tina. 
-Y-ya estoy bien... podemos irnos ya. 
Nacho me mira. 
-No faltan ni tres minutos para que llegemos al hospital, ¿crees que podrás aguantar?
-¿Aguantar el qué? -Pregunto con un deje de humor-, sí me he quedado más seca que el río Turia. 
Ellos sonríen y se ríen. 
-Venga, vamos. 
Tina y Nacho suben al coche, yo me pongo lo más cómoda posible sobre el asiento. Fernando se gira y me mira, estaba sentado en el asiento del copiloto. Me mira y me tiende una bolsa de plástico por si vuelvo a tener otra vez ganas de vomitar. 
-Gracias. -Le digo cogiéndola y dejándola sobre mi regazo. 
-Estás pálida, ¿te encuentras bien? -Me pregunta amablemente. 
Tina me mira, mientras Nacho se incorpora al tráfico. 
Bien, ahora podría decirles que esto que me acaba de pasar es porque van a ser abuelos, pero vamos a ver.... no. 
-Me habrá sentado mal el desayuno, tengo el estómago algo revuelto y el viaje en coche pues... no ayuda. 
Anna, te lo digo desde el cariño que te tengo desde aquel día en que diste el coñazo de nacer: ERES LO MÁS ESTÚPIDO QUE HA PASADO POR EL PLANETA TIERRA. ¡Díselo tonta! ¡Se alegrarán por ti! Cuanto más tardes, peor será. 
Hoy a mi querida Ann le ha dado por aparecer, hacia tiempo que no venía por aquí, qué alegría volver a tenerla de vuelta.... (ironía chicos, ironía) 
Llegamos al hospital, subimos a ver a Leila que cada día está más grande y fuerte, aún necesita de aparatos para poder mantenerse con vida, pero estamos casi seguros de que pronto, muy pronto, saldrá adelante y crecerá sana y fuerte. 


-Hoy le dan el alta a Daniela. -Me cuenta Uri interrumpiendo el silencio que había entre nosotros dos. 
Estamos contemplando a la pequeña que ahora duerme como un angelito en esa incubadora que la ha mantenido con vida tanto tiempo. 
Miro a Uri. Tiene la cara demacrada, su aspecto le delata un agotamiento titánico, pero ahí sigue, al pie del cañón como un valiente. Pobrecillo... lo que está pasando es bastante duro. 
-¿Ha vuelto a ver a la niña? -Algo me dice que no debería hacer esas preguntas. 
-No, ni siquiera la ha mencionado. 
-¿Con quién está ahora?
-Suelen venir unos tíos y unas primas suyas, su abuela se pasa de vez en cuando, pero está con ella. 
-¿Has hablado con ella?
-No he tenido el valor suficiente para hacerlo. 
-Bueno, ella también podría tomar el interés de acercarse y hablarte a ti. 
-Ya, pero tanto tú como yo sabemos lo que hay sobre la mesa, y las cartas nos rebelan que ella no va a mover un dedo por su hija. -Dice indignado y cabreado. 
Agacho la cabeza, las lágrimas nublan mis retinas. 
-¿Cómo puede estar pasándonos todas estas cosas? ¿Qué hemos hecho mal? Dios mío... 
Uri respira profundamente y responde: 
-No lo sé... -Dice en tono muy seco-. Anda, vete, son las doce casi, debes ir a ver a Dani, yo iré en un rato. 
Asiento con la cabeza y me voy hacia la UCI. 


Daniela vio a su hija hace un par de semanas, nadie se esperaba su reacción al verla, cada vez que lo recuerdo se me ponen los pelos de punta y se me encoge el corazón, como he dicho antes, nadie se esperaba su reacción: 
Ella tenía muchas ganas de conocer a su hija, quería verla, decía que lo necesitaba. 
Un enfermero la llevó en silla de ruedas ya que ella no podía caminar, no se encontraba con fuerzas de hacerlo, pero aún pudiendo hacerlo, el protocolo del hospital manda trasladar a los pacientes en camilla o en silla de ruedas, el caso es que la acercaron para que pudiera verla, y cuando lo hizo se quedó mirándola durante un rato que para todos se nos hizo eterno. Nadie quiso decir nada, era mejor dejar que ella dijera lo que tuviera que decir cuando lo considerara necesario.
-¿Esta niña es mi hija? -Preguntó. 
Uri asintió. 
Ella nos  miró y negó con la cabeza, justo en ese momento a todos los presentes creo que nos invadió el miedo, incluyéndola a ella. Nosotros teníamos miedo a su reacción que por lo que creo que a todos respecta, no fue lo que esperábamos. 
-Por favor, ¿me puede llevar a mi habitación? -Preguntó al enfermero. 
-Pero Daniela, ¿no tienes nada qué decir? -Le preguntó Uri aterrado. 
Ella sin mirarle le respondió: 
-No, solo que necesito descansar.
-Pero... 
Se quedó con la palabra en la boca. 
-Vámonos por favor. -Le suplicó al enfermero que sin voz ni voto  cumplió la petición de aquella joven que desde entonces, no es aquella chica alegre y todo lo bueno que se puede decir de una persona como ella. 




SIENTO QUE HAYA SIDO TAN CORTO O TAN MIERDA, ME DA IGUAL COMO LO DEFINÁIS, PERO DAROS LAS GRACIAS POR GASTAR UNOS VALIOSÍSIMOS MINUTOS DE ORO PARA LEER LO QUE DE MÍ IMAGINACIÓN SALE. GRACIAS. 




@_TinaGarcia 

























viernes, 10 de enero de 2014

Capítulo 44: Analepsis.

-No puede ser. No puede ser. No puede... ser. 
Las palabras del doctor me han caído como un jarro de agua fría con cubitos de hielo. Dios mío, yo no puedo estar embarazada, es algo que no puede estar pasando. Dios mío. Dios mío. Dios mío. Si lo estoy realmente, ¿qué se supone que debo hacer? ¿Cómo se lo digo a sus padres? ¿Cómo se lo digo a los míos? ¿Y si Dani no despierta? ¿Qué haré yo con un bebé? Esas preguntas que nacen en mi cabeza y que no tienen respuesta, provocan que otra vez mis ojos queden anegados en lágrimas. 
-Anna, ¿se encuentra bien? 
Pregunta el doctor colocándome la mano en el brazo. 
-¿Está seguro? ¿Está seguro de que estoy embarazada? -Le miro. 
Él asiente. 
-Todas las pruebas apuntan que sí. 
-Dios mío, pero... Dios mío... 
-Lamento que se vea en esta situación. 
-Usted no sabe en la situación que me encuentro, haga el favor de no intentar consolarme. Si no tiene nada más que comunicarme, le agradecería que se marchara y me dejara sola. Necesito estar sola. 
-Esta tarde, le haremos una ecografía para verificar si está embarazada o no. Cuando se encuentre mejor, avise y hablamos. 
El doctor sale de la habitación. 
Me tumbo en la cama. 
-¿Qué harías tú Dani? 


-¿Te encuentras bien? ¿Quieres que te prepare algo para cenar? 
Después de una larga tarde, Tina, Fernando y yo, llegamos a casa. 
-Déjala mujer, la estás agobiando. 
-Pero, mírala, si está más blanca que la leche. Anda siéntate que yo te preparo algo rápido para la cena. ¿Quieres algo en especial?
Me siento y niego con la cabeza. 
-No, la verdad es que no tengo nada de hambre, pero gracias. 
-De eso nada bonita, tú tienes que comer, ya te lo ha dicho el doctor, además que menudo susto nos has dado a todos. Ahora te tienes que cuidar, debes estar tranquila y alimentarte bien. Te prepararé una ensalada sencilla y de postre te comes un yogur del sabor que prefieras, pero no puedes ir jugando con tu salud. Ya me dirás qué hacemos cuando te de otro mareo de esos y te rompas la crisma. No es plan. 
-Anna, esto llevo aguantando yo toda la vida. 
Me dice Fernando riéndose. 
-Tú a callar, venga, ven a ayudarme. Cariño tú descansa, -se acerca a mí- ya verás como todo sale bien. -Me acaricia el pelo, me da un beso en la cabeza y se va a la cocina. 
Me quedo unos segundos abstraída por la nada. Me levanto y me voy despacio a la habitación de Dani. Cierro la puerta y me quedo en pie mirando la estanccia llena de un vacío que sólo Dani puede llenar. Me acerco al armario, abro la puerta y contemplo su ropa bien ordenada. Paso las yemas de los dedos por el mogollón de camisas colgadas en el perchero, sonrío al recordar cuando él se colocaba delante del armario para elegir cual ponerse y me miraba a mí para que opinara. Si lo pillaba juguetón, (que era la mayoría de veces) cuando yo le elegía una, él siempre me ponía alguna pega y me exasperaba de una manera que era para matarlo... 

Analepsis... 

Anna entra en la habitación de Dani, él estaba enfrente del armario trajinando con las camisas. 
-¿Qué haces? -Pregunta ella sentándose a los pies de la cama para ponerse los zapatos. 
-Pues nada aquí, que no sé cual ponerme. -Dice él distraído. 
Ella se ríe. 
-¿Cómo tienes tanta cara de quejarte cuando yo me arreglo? Mírate, estás a medio vestir y yo ya he terminado. 
E´l se da la vuelta, la mira serio. 
Ella levanta la cabeza y lo mira, traga saliva, no quería que se enfadara por esa tontería. 
Al ver su preocupación, él sonríe. 
-Tonta, que te lo crees todo. -Se da la vuelta y vuelve a lo suyo. 
Ella sonríe derritiéndose por aquel hombre que sacaba de sus casillas hasta a las letras del programa de La ruleta de la suerte. 
-Rubia, ayúdame, -coge un par de camisas, se da la vuelta y la mira- ¿cuál?
Ella las mira. 
-Las dos te quedarán bien, todo lo que te pones te queda bien.
-¡Luego te quejas cuando yo te digo eso! -Dice imitándola. 
-Cierra el pico. -Sonríe. 
-Pues opina... Vamos. 
Ella se levanta, se acerca a él. 
-La de cuadros azules está muy chula, creo que con esa  vas a estar muy guapo. -Sonríe y le acaricia la cara. 
Él niega con la cabeza. 
-Es que de cuadros... ya está muy visto, no me quiero encasillar, ¿sabes?
-Pues ponte la de rallas, esa te hace elegante. 
Se da la vuelta y recoge las toallas mojadas que habían utilizado al secarse. 
-Es que de rallas, no combinan con las Converses. 
Anna deja las toallas en la cesta de la ropa sucia. Sabe que Dani tiene el propósito de divertirse exasperándola. No lo iba a permitir. 
-Pues coge otra que no sea de cuadros y que convine con tus zapatillas. -Sale de la habitación y va hacia el cuarto de la lavadora para meter las toallas. 
-¡Anna! -Grita él desde la habitación. 
Ella sonríe y niega con la cabeza mientras programa el modo de lavado. 
-¡Dime mi amor! -Se ríe para si misma. 
-¡Que es que me han gustado estas dos! ¡No quiero otras! ¡Ven y ayúdame porfi! 
-Voy mi amor. 
Ella vuelve a la habitación, ve a Dani con las camisas en las manos, la estaba esperando. 
-No sé cual ponerme... ayúdame.
Ella se cruza de brazos, lo mira seria, pero está haciendo un terrible esfuerzo por no reírse, correr a abrazarle y besarle. 
-Mi amor... todas las que te pongas, te quedan bien. 
-Pero, ayúdame jo... -Pone cara de niño pequeño. 
Se acerca al armario. 
-Anda, aparta. -Le da un pequeño empujón. 
-Au... -Se queja en broma. 
Me río y se ríe. 
Ella empieza a mirar las camisas. Coge una blanca. Se la enseña. 
-¿Y esta te gusta?
Él la mira, niega con la cabeza. 
-Pero Dani, que tampoco es tan difícil, mira que el blanco combina con todo. Anda ponte esta. 
-Vale, -coge la camisa, la contempla y la deja en la cama- no, esa no, quiero una negra, el negro también combina con todo y me hace parecer más machote. 
Ella aprieta los labios, se da la vuelta, coge la camisa negra y se la da. 
-Ten. 
Él la coge, la contempla. 
-Si me pongo la negra, ¿no iré muy oscuro yo? Además que las zapatillas no... 
-Pues ponte las negras. 
-Pero es que no combina el calzado con los pantalones y esta preciosa camisa. 
Ella agacha la cabeza, se muerde el labio, lo veía muy sexy haciendo el idiota. 
-Pues en vez de ponerte las zapatillas ponte zapatos, esos negros que te compraste la semana pasada aún no las has estrenado. Póntelas. 
Él la mira,  arquea las cejas, ya sabía que ella le estaba siguiendo el juego, lo que había empezado como una broma, se había convertido en una competición para ver quien caía primero. 
-¿Y si me pongo unos vaqueros? Así sigo con las zapatillas. 
-Vale, sí, buena idea. 
-Pero, entonces de la camisa negra ni hablar, tendría que ser la de cuadros o la de rayas. 
-Ya, pues la de cuadros. 
-Ya te he dicho antes que si me pongo la de cuadros estaré encasillado de la forma de vestir. 
-Pues al igual que cuando llevas las Converses y los vaqueros, es tu estilo. 
-Ye, pero yo no quiero eso. 
-Mi amor...
-Dime preciosa. -Sonríe. 
-Ve desnudo. 
-¿Cómo...?
-¡Claro! ¡Ve en bolas! -Sonríe. 
-Pero, ¿qué estás diciendo rubia? ¿Cómo voy a ir desnudo? -Se ríe. 
-Claro, ve en cueros, así no estamos tres horas eligiendo que ponerte. 
Él se ríe. 
-Es que soy... 
-Eres muy cabrón. 
Se ríe. 
-No, cabrón no. ¿Sabes cómo soy Rubia? ¿Sabes qué soy para ti? 
Se acerca a ella lentamente hasta estar a escasos centímetros. Ella da unos pasos hacia atrás hasta chocar con la cama. Él avanza y la acorrala sin tocarla. 
-¿Sabes lo que soy para ti?
Ella contiene la respiración, no puede hablar, tenerlo tan cerca y percibir el olor a cuerpo recién salido de la ducha... a ella la mataba. 
-Rubia... -Susurra-. ¿Qué te pasa? ¿Por qué no dices nada? -Sigue susurrando. 
Ella es incapaz de decir nada. La ley de la gravedad juega y hace que ella se fuera para atrás, pero él la coge antes de que cayera. 
-Ey... que te caes... -Se acerca a ella. 
-Vaya vaya vaya, pero si estás temblando. ¿Por qué tiemblas?
Ella sigue sin decir nada. 
-¿Sabes? Ahora mismo sé lo que estás pensando. 
Ella niega con la cabeza. 
-No, es imposible saber lo que uno piensa. 
-Ya, es que ese poder solo lo tengo yo, y te voy a decir lo que estás pensando. 
-A ver, ¿en qué?
-Ahora mismo, estás pensando en... -Se acerca a ella y le die al oído:- que quieres que ahora te tumbe sobre la cama y te haga el amor lentamente... -Susurra. 
Ella se sonroja y se ríe. 
-Claro, entonces si te hago esto... -Desliza su mano hasta tocar su culo, se lo aprieta. 
Ella se estremece. 
-Vaya, tu no querrás que te haga el amor, pero tu cuerpo me lo está suplicando. 
-Dani, nos tenemos que ir, hemos quedado... 
Estaba nerviosa. 
-Pues por que esperen no va a pasar nada. 
La suelta y la deja caer sobre la cama, se pone encima y la besa. El resto de lo que ocurre después, ustedes ya lo saben. 



ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO EL CAPÍTULO DE HOY.  QUIERO QUE SEPÁIS UNA COSA: TENÉIS EL LA PALABRA "GRANDES" GRABADA EN VUESTROS CORAZONES. ¡OS QUIERO!  


@_TinaGarcia



miércoles, 8 de enero de 2014

Capítulo 43: La noticia.

-¿Cómo está Leila? 
-Los médicos dicen que dentro de la gravedad está bien. 
-Ya, ¿se lo has contado a Daniela? 
-No veo el momento adecuado. 
-En estas circunstancias no hay momento adecuado Uri, lo sabes. Tienes que contárselo. 
-Lo sé, pero, ¿cómo se lo digo? No es una cosa que se suelte así de sopetón. No es fácil. 
-En estos momentos es en ti en quien más confía, debes contárselo. 
-Anna, sé que se lo tengo que contar, pero no está preparada. 
-¿Cómo qué no está preparada?
-No, no lo está. Ahora está confusa, desorientada... no sé cómo reaccionará. 
-Ya, pero tiene que saberlo, si se entera por otras personas puede tomárselo a peor.
-Es bastante complicado. 
-Sí, es complicado, pero si algo he aprendido durante la vida, es que tenemos que afrontar lo que se nos eche encima. 
-Ya... Oye y, ¿qué tal con los padres de Dani? 
-Bien, son muy simpáticos y se portan muy bien conmigo, me ayudan en todo lo que pueden, son un amor. -Sonrío. 
-Bueno, seguro que ese apoyo que os estáis dando ayudará a Dani a salir de esta. 
-Cada vez que dices eso, te creo menos. No han habido cambios en estas últimas semanas. 
-Anna, han pasado tres semanas, este es un proceso muy lento, hay quienes se tiran meses en coma, incluso años. Debes tener paciencia, ambos debemos tener paciencia. 
-Dios... -me pongo las manos sobre la cara- yo no puedo tener paciencia... esto me está matando poco a poco Uri. 
-Ya lo sé Anna, sé que es difícil, pero debemos aguantar por ellos, creo que merece la pena, ¿no? 
-Por supuesto que merece la pena, pero es que apenas duermo, me obligo a comer porque todos me obligáis a comer, y como mi cuerpo no quiere comer, estoy con un constante malestar que ni te lo crees. Ahora lo voy sobrellevando, pero a la larga lo notaré como siga así. 
-Sé como te sientes, créeme, pero eso es la mente, nos hace jugar malas pasadas. 
Le miro. 
-Tienes razón. ¿Subimos a ver a Leila? 
-Claro. 
Ambos nos levantamos, nos acercamos a la barra, soy la primera en sacar el dinero para pagar y lo dejo en el platito del camarero. 
-Quédese con el cambio. 
-Gracias señorita. -Me sonríe agradecido el señor que nos ha servido el almuerzo. 
-No tiene porqué darlas. -Le dedico una sonrisa de cortesía, salgo de allí. 
-Me las has colado por detrás Annita. -Me dice Uri mientras se pone a mi paso. 
-¿Cómo dices? Perdona, es que estaba distraída. 
-Ya te pillaré ya. 
Nos reímos. 


-Mírala, que pequeñita es. 
Uri mira a su hija con adoración, su sonrisa es entrañable. Es una bonita estampa. 
-Es preciosa. Me parece que será rubia. 
-Vamos que se parecerá a su madre. ¿Cómo crees que tendrá   los ojos? -Me pregunta Uri. Su voz ahora suena soñadora e ilusionada. 
Cierro los ojos en modo de que estoy pensando. 
-Mmm... pues yo creo que tendrá los tuyos. 
-¿Tú crees? 
-Sí, yo creo que sí. Sea como sea va a ser la niña más guapa del mundo. 
Uri sonríe, ambos sonreímos. 
La niña está rodeada de cables y tubitos, apenas se la ve, es muy pequeña. 
-¿Te puedes quedar con ella? Voy a ver a Daniela, a ver cómo le cuento que es madre... los médicos dijeron que en cuestión de días recuperaría la memoria, pero ya han pasado sus dos semanas y ahí está, sin recordad nada. 
-Paciencia Uri, paciencia. 
-Aplícate el cuento guapa. 
-Lo mismo digo. Anda ve, yo me quedaré aquí con la niña. 
-Gracias Anna. 
Sonrío y él me devuelve la sonrisa. 
-Tranquilo, ¿vale? No te pongas nervioso. 
-Gracias Anna. -Se aleja. 
Le deseo toda la suerte del mundo, espero que Daniela encaje bien que es madre. La verdad es que lo que estamos viviendo todos es bastante duro y complicado. Como ya habré dicho antes, esto no se lo deseo ni al peor de mis enemigos. 
-Hola chiquitita, tu madrina está aquí, sí, soy yo,  tu madrina, Anna.


Uri entra en la habitación. Daniela está viendo la tele sentada en la cama. Al verle entrar sonríe. 
-Hola Daniela, ¿cómo estás?
-Uri, -sonríe- mejor, ¿y tú? 
-Bien si tú lo estás. 
Se acerca y se sienta a su lado. 
-¿Qué tal está Dani? 
-Pues ahí está, sigue igual. 
-Dios, cuanto lo siento... ¿y Anna? ¿Dónde está? 
-Está fuera.
-¿Y por qué no entra? 
Uri agacha la cabeza y empieza a jugar con los dedos de la mano. Estaba nervioso, no sabía cómo se lo iba a decir. 
-¿Qué te pasa? ¿Estás bien? 
Él no sabe que responder. 
-Sí sí, estoy bien, pero te tengo que contar una cosa... 
Ella lo mira. 
-¿Qué pasa? 
-Eh... es que no sé cómo contártelo.
-Pues por el principio. 
Él sonríe. 
-Ojalá fuera tan sencillo...
-Todas las historias tienen un principio, empieza por ahí. 
-Bueno... pues empezaré por ahí... 
Ella lo mira atenta. 
-Cuando el coche te atropelló... tú, estabas embarazada... 
Ella palidece por cada palabra que escuchaba. 
-¿Embarazada? ¿Estaba embarazada dices? 
-Sí. 
-¿Quién era el padre? 
-Yo... 
-¿Y el bebé? ¿Dónde está...?
Su voz se vuelve temblorosa, y cargada de angustia. 
-En la incubadora... Anna está con ella. 
-¿Es... es una niña? -Pregunta con lágrimas en los ojos.
-Sí... -Él también estaba emocionado. 
-¿Y cómo se llama...? 
-Leila.
-¿Y cómo está?
-Está débil. Nació poco más de tres meses de antelación. 
-Pero, ¿está bien? 
-Dentro de lo posible, sí. 
-¿Puedo verla...? Quiero verla.
-Se lo preguntaremos al doctor, a ver qué dice. 
-Entonces, tenemos una hija tú y yo... ¿por qué no me lo habías dicho antes?
Uri se queda callado. El nundo que se le había hecho en la gargantee no le dejaba soltar palabra. 
-¿Hay más cosas que no sepa? ¿Me ocultas más cosas? 
Uri recibe esas preguntas como si fueran balas que acribillan su corazón y su alma. 
-Daniela por favor para...
-¡NO ME DIGAS QUE PARE! ¡CONTESTA! ¿Algo más que tenga que no sepa? 
Agacha la cabeza. Tal como están las cosas no sabe si es oportuno contarle que le pidió matrimonio. 
-Tengo que ir a hablar con el doctor de Leila... 
-¿Ahora? ¿Por qué? ¿Qué le pasa? ¿Está bien? 
Daniela no podía contener los nervios. 
-Quiero verla. 
-Es una charla rutinaria. 
-Me da igual, quiero verla. 
-Se lo diré al doctor. 
Se levanta y sale fuera. 
-Pero... Uri... 
Empieza a llorar, ya que Uri ha cerrado la puerta y no la ha oído. 


Estoy en la sala de máquinas expendedoras, me quiero sacar un chocolate caliente. Meto el euro y veo que como el chocolate cae, pero el vasito no... 
-Mierda. 
Espero que al menos me devuelva mis sesenta y cinco céntimos... vaya pues no... me cago en la leche. Empiezo a golpear la máquina., quiero recuperar mi dinero por lo menos. 
-Como le sigas dando lo único que vas a conseguir es que te rompas esas uñas tan divinas que me llevas rubia. 
Me doy la vuelta. No puedo creer lo que estoy viendo, mejor dicho, a quien estoy viendo. Él me sonríe. 
-¿Qué pasa? ¿Tengo algo en la camisa? 
Se sacude la camisa. 
Yo sigo ahí plantada, estoy tan sorprendida que no puedo mover ni un puñetero músculo. Él sigue mirándome. 
-Anna, ¿qué te pasa? ¿Estás bien? Me estás asustando... dime algo por favor. 
-Dani... 
-Dime. 
-Pero, si tú estás... en... 
-Estoy aquí Anna, enserio, ¿te encuentras bien? Estás rara... dentro de lo rara que eres, estás más rara de lo normal. 
Me dedica una de sus sonrisas juguetonas y traviesas. 
-¡Estás aquí! -Sonrío. 
-Comprobado, tú te has metido chocolate y no el de la máquina precisamente. 
-Cállate, -me río- estás aquí, ¡estás bien! 
Me mira extrañado. Se ríe. 
-Va enserio, te has metido algo. 
Se acerca a mí, y me mira a los ojos. 
-Sigue mi dedo con la mirada. 
Empieza a mover de un lado para otro el dedo y yo se lo sigo con la mirada. Me río. 
-Las pupilas las tienes bien. 
-¡Dani que no me pasa nada! 
Me río. Él se ríe. 
-Vale vale, usted perdone. Anda ven, dame un abrazo. -Levanta los brazos para recibir mi abrazo-. Anda ven, que no muerdo... -sonríe- bueno... ahora no. 
Me río. Me acerco para abrazarle, pero unas gotas de agua fría me golpean la cara. ¿Qué pasa? No lo entiendo. 


-A ver, cuento hasta tres y la subimos a la camilla. 
-De acuerdo. 
-Una, dos, y tres... arriba. 
Suben a Anna a la camilla. 
-Chica, ¿me oye? Hola... ey... 
Uno de ellos le da palmadas en la cara. 
-No reacciona. 
-Se ha dado un golpe en la cabeza. 
Dice uno de ellos. Van por el pasillo hasta llegar a una habitación vacía. 
-Avisad al doctor Domingo. 
-Enseguida. 
Los dos enfermeros salen y otro se queda con ella. La mira, le toma el pulso. 
-Chica... ey, ¿puedes oírme? -Intenta reanimarla, pero ella no responde. 
Pasan varios minutos. Entran el doctor Domingo y uno de los enfermeros que había ayudado a trasladar a Anna. 
-¿Qué ha pasado? 
-Estaba para tomarme un café y esta chica se desmayó casi al instante, creo que se ha dado un golpe en la cabeza. Lleva cinco minutos inconsciente. 
El doctor se acerca a ella, empieza a examinarla. 
-Oiga, ¿puede oìrme? Dígame algo. -Mira a uno de los enfermeros-. Buscad entre sus objetos personales, a ver cómo se llama y si hay alguien a quien debamos llamar. Llevadla a que le hagan un escáner, también quiero una análisis de sangre, si se despierta me lo comunican de inmediato. 
-Bien. 


Uri baja a la cafetería después de hablar con el doctor sobre la evolución de Leila. Todo parece ir yendo bien, de momento no han habido más complicaciones de las esperadas. Tina, Fernando y Nacho  estaban en la puerta de la cafetería para comer todos juntos. 
-Hola, ¿qué tal? -Saluda a todos. 
-Bien, ¿qué tal Daniela y tu hija?
-Daniela bien, la niña... va tirando... 
-Ya verás como todo irá bien, se van a poner bien. 
Le anima Tina con una amable sonrisa. 
-Eso espero. ¿Qué tal Dani?
-Tiene un poco de fiebre, pero es normal, ahí se cogen muchas infecciones de los enfermos. Hasta que no salga, va a estar teniendo fiebre día sí día no. 
-Ya... -Agacha la cabeza. 
-Por cierto, ¿tú has visto hoy a Anna? No ha venido a ver Dani y no nos ha dicho nada. 
-Pues ahora que lo dices... no he hablado con ella desde que se fue a tomar un chocolate. ¿La habéis llamado al móvil?
-Nos hemos quedado sin batería. 
Le responde Nacho. 
-Pues esperad un momento. 
Coge el móvil, le da a marcación rápida y espera. Da llamada. Alguien responde, evidentemente no es Anna. 
-Hola. -Responde una voz de hombre. 
Uri se queda callado durante un segundo. 
-¿Quién eres? -Pregunta extrañado y asustado. 
-Perdone, ¿usted es Familiar de la señorita Anna Simon? 
-Amigo suyo, ¿quién eres tú? ¿Qué haces con su teléfono?
-Verá señor, su amiga se ha desmayado hará unos veinte minutos, estamos haciéndole pruebas para averiguar a qué ha podido ser debido. 
-¿Cómo? ¿Esta bien? 
El tono de voz almarma a los padres y al hermano de Dani. Miran a Uri para que les dijera qué ha pasado. 
-No sé nada de ella señor, se la han llevado a hacerle las pruebas. ¿Podría alguien acercarse aquí para recoger sus pertenencias? 
-Sí sí, iré yo, estoy abajo, ¿en qué planta están?
-En la primera planta de urgencias. 
-Bien, enseguida vamos. 
Cuelga y mira a los demás. 
-¿Qué ha pasado? -Pregunta Tina. 
-Anna se ha desmayado. Está arriba haciéndole pruebas para averiguar porqué ha pasado. Voy a subir a recoger sus cosas y a ver lo que dicen. 
-Te acompañamos. -Dice Fernando. 
-Claro. 
Suben arriba, se aercan al mostrador. El enfermero estaba con el ordenador. 
-Hola buenas, acaban de decirnos que una amiga se había desmayado y que le estaban haciendo pruebas para saber que le pasa. 
-Dígame el nombre. -Dice serio el enfermero. 
-Anna Simon Marí. 
-Un momento por favor. 
Empieza a buscar en el ordenador. 
-Sí, esperen un momento, enseguida mi compañero les trae sus cosas, en cuanto sepamos algo el médico les avisará. 
-Gracias, pero, ¿usted sabe algo?
Pregunta Tina nerviosa. 
El enfermero la mira desagradable. Es de esos que siempre encontramos y que no saben manejar una situación delicada, de esa gente que da asco, ya saben. 
-Señora, yo no sé nada de lo que le haya pasado a su amiga, no soy médico ni mago, si lo fuera no estaría aquí. 
Uri le pone mala cara. 
-Vámonos a esperar al médico. -Les sugiere. 
Todos se van para la sala de espera, se sientan. 
-Dios, no damos para sustos. -Dice Tina frotándose la cara con las manos. 
-Mira que le tengo dicho que coma bien... 
-No, pero si come bien. -Dice Fernando mientras coloca la mano sobre la espalda de su mujer. 
-Sí, cuando estamos en casa, le cocino y se come todo. -Dice ella. 
-Puede ser el cansancio también. 
-Dice Nacho. 
-Todo puede ser. Esperaremos a ver que dice el médico. 


Abro los ojos. Estoy sobre una camilla. Dios mío, ¿otra vez? ¿Qué me ha pasado esta vez? 
Entra un una enfermera. La miro. Ella me mira.
-Hola Anna, ¿qué tal te encuentras?
-Eh, ¿qué me ha pasado? 
-Te has desmayado. Te hemos hecho varias pruebas, estamos esperando los resultados. Voy a avisar al doctor para que venga a verte. 
Se va. 
Había visto a Dani, había estado a apenas un metro de mí, estaba conmigo, iba a abrazarle, pero antes de poder tocarle todo se ha desvanecido. Está claro que ha sido un sueño o algo así. 
Cierro los ojos, el ardor que recorre mi cuerpo antes de llorar me invade, las lágrimas resbalan por mis mejillas, es que lo tenía tan cerca, estaba tan cerca... su voz tan dulce y alegre... 
El doctor interrumpe mi soledad al entrar. 
-Buenas tardes Anna, me alegra verte despierta. -Se acerca a mí, se detiene al verme llorar-. ¿Te encuentras bien? -Coge un par de servilletas y me las tiende para que me limpie la cara. 
-Sí bueno, eso dígamelo usted, ¿qué me pasa? 
-Le hemos hecho varias pruebas y todo le sale bien... 
-Ya, todo psicológico, es que tengo a mi novio ingresado desde hace tres semanas, está en coma y no hay cambios, yo lo que quiero es que se recupere pronto y que vuelva a casa, pero tengo que asimilar que estas cosas son lentas, que tengo que ser paciente...
El doctor me hace un gesto para que me calle. 
Le miro. 
-Cierto es que la ansiedad influye muchísimo en los desmayos, pero hay algo más. 
Le miro atenta. 
-¿Qué ocurre? ¿Va todo bien?
El doctor se sienta a mi lado. 
-Está embarazada, de unas seis semanas apróximadamente. 
... 

PUES ESO, QUE CONTINUARÁ. OS QUIERO VIDAS MÍAS!!!!!!!! 

@_TinaGarcia 





lunes, 6 de enero de 2014

Capítulo 42: Héroe.

. -¡Anna! ¡Anna! ¡Anna, reacciona por favor!
Oigo que me están llamando, son voces lejanas que cada vez se van acercando. Una neblina oscura impide que pueda ver mi alrededor, pero poco poco se va desvaneciendo. 
-¿Qué... ha pasado...?
Pregunto arrastrando las palabras, no tengo fuerzas siquiera para hablar. 
-Dios santo Anna, qué susto nos has metido a todos. Te tengo dicho cientos de miles de veces que comas y bebas bien, y tú como el que oye llover. -Me reprende Uri. 
La verdad es que tiene toda la razón. 
-Me he desmayado, ¿no?
-Te desplomado, -cuenta Uri- te has pegado lo que se define como una buena hostia. ¿Te duele algo?
Le miro. Pues sí, la verdad, me duele la cabeza terriblemente. No es como una jaqueca, pero es molesto. 
-Sí. 
-Sólo necesitas que te de un poco el aire y comer un poco para recuperar fuerzas. -Dice el doctor. 
-Okey, comeré un paquete de Filipinos blancos.  
Intento incorporarme, pero una ola de sensación de mareo hace que pierda lo poco que tengo de equilibrio. 
-Tranquila, no te levantes todavía, aún no estás en condiciones de hacerlo. -Replica el doctor mientras pone sus manos sobre mi cabeza y me tumba con cuidado-. Voy ha levantarte las piernas y las colocaré sobre una silla, así te recuperarás más rápido. 
-Gracias... muy amable. 
Miro a Uri mientras el señor doctor ejecuta su fácil operación. 
-Voy a por tus Filipinos. 
-No hace falta, luego voy yo Uri. 
-Tranquila, voy yo, es que no me fío de ti, ¿sabes?
Que majo mi amigo. 


-Cómete otro. 
-Ya no quiero más Uri, ¿no tienes que ir a ver a Daniela? Ya han abierto. 
-No hay nada que más deseé en este mundo que entrar y verla, por eso tú vas a ser una excelente amiga y te comerás uno más y entraremos. 
No es justo que se aprovechen de mi bondad infinita. Le miro malamente, le saco la lengua y me como un Filipino más. Él sonríe triunfante y me da un pañuelo. 


Daniela está incorporada sobre la camilla contemplando su alrededor algo desorientada. 
Cuando Uri y yo entramos, clava sus ojos en nosotros como una niña pequeña rodeada de extraños desconocidos. 
Creo que eso a Uri le debe estar sentando como mil cuchillos clavándosele en el corazón en una sola vez. 
-Hola, Daniela. 
Se acerca a paso muy lento hacia ella, bajo su atenta mirada. Yo me quedo a los pies de la cama. Realmente, este es su momento, no el mío.
-¿Cómo te encuentras?-Pregunta Uri con calma. 
No querrá ponerla nerviosa. 
Ella mueve la cabeza hacia él y lo mira fijamente, sus pálidas mejillas se vuelven rosas y sus labios se sellan para no mostrar una sonrisa. Dios mío, ¡se ha puesto roja! ¡Eso es bueno! ¡Aquí huele a amor! ¡Le gusta Uri! ¡LE GUSTA URI! Si de esto se ha percatado él, los cuchillos se deben haber caído de su corazón. Sonrío para mis adentros y doy saltitos de alegría, interiormente como es natural. 
-Me duele aquí. -Dice poniendo sus manos en el vientre. 
-Es normal. 
Tengo la sensación de que Uri no sabe si ella sabe que ha tenido una hija, y que ésta está viva gracias a todos los aparatos que cumplen las funciones vitales para poder vivir. En el caso de que no sepa nada, él no sabrá cómo decírselo. Pobrecillo, los cuchillos son atraídos por el poder magnético del corazón y se clavan de tal manera que casi será imposible que vuelvan a caer. 
-Tú sabes qué me pasó, ¿verdad? Por eso estás aquí, me conoces. 
Su voz, tan tranquila como siempre, me hace recobrar esa felicidad que hace ocho días me fue arrebatada de raíz, es precioso. 
-Sí, te conozco. 
-¿Y qué me ha pasado? 
Te atropelló un vehículo que se saltó el semáforo mientras cruzábamos la carretera. 
-Vaya... pues por mucho que lo inntente, no consigo recordar nada. 
En sus palabras hay un alto contenido de frustración y dolor. Encoge el alma. 
-Tranquila, -Uri apoya con cuidado su mano sobre la de ella- poco a poco. 
Ella aparta la mano, él se alarma, la levanta, pero ella se la coge y se la acaricia. 
-¿Te tenía cariño? -Le pregunta mientras le dedica una sonrisa muy adorable. 
¡Qué bonito!
Uri sonríe y agacha la cabeza para ocultar su sonrojo. 
-Sí, nos teníamos muchísimo cariño. 
-Se te nota que eres un buen chico. 
Sonríe y gira la cabeza para mirarme. 
-¿Y tú? También me conoces. 
Doy un paso al frente. No sé qué decirle, descontando lo de esta mañana, la última vez que hablé con ella, nos dijimos cosas muy feas. 
-Sí.
No soy capaz de decir nada más. 
Me dedica una amable sonrisa. 
-Creo que tú y yo somos buenas amigas, perdona por no recordar los buenos momentos que seguro que hemos pasado, pero los médicos me han dicho que en cuestión de días recordaré todo. 
Parece increíble cómo lleva su situación, no parece estar amnésica. Si yo lo estuviera, me asustaría, no confiaría en nadie que se me acercara, pero ella no, está tan tranquila. Es increíble. 
-La verdad es que pasamos muchos buenos momentos, y más que vamos a pasar cuando te pongas bien. 
Está claro que no aparenta necesitar palabras de ánimo, pero las apariencias engañan. 
-¿Por qué tienes el brazo así¿ -Le pregunta a Uri. 
-Me lo rompí en el accidente. 
-Oh, lo siento...
-Tranquila, estoy bien. 
Creo que Uri se está poniendo tenso, y sé el porqué. 
-¿Fue en el mismo accidente que el mío? 
La tensión de Uri se va reflejando poco a poco en su rostro. 
-Sí. 
-¿Había más gente con nosotros?
Dios, esto no quiero oírlo, y mucho me temo que Uri no quiere decirlo, pero ella insistirá y nos pondremos nerviosos todos. 
-Sí. 
Siento que se me va contrayendo el corazón, es como si me fuera a explotar de golpe. Daniela, va a seguir preguntando. 
-¿Quiénes? 
Uri agacha la cabeza, me mira de reojo y luego la mira a ella. 
-Anna y su novio. 
Ella me mira. 
-Tú eres Anna. 
Asiento con la cabeza. 
-Y tu novio, ¿dónde está?
El nundo que se me ha formado en la garganta apenas me deja formular palabra. 
-Está en la habitación contigua. 
Quiero ir a verle, ahora no puedo soportar estas preguntas. Quiero ir a verle. 
-¿También está mal? 
Asiento. 
-Está en coma, se dio un fuerte golpe en la cabeza. 
Intentó salvarte la vida, y lo consiguió, gracias a él estás hablando con nosotros. Son las palabras que me quedo guardadas en el corazón. No puedo ni debo decirle esas cosas tan duras. Es esa puñetera envidia que todos los familiares o amigos de un enfermo tenemos. Creo que ya lo he explicado antes. 
 -Lo siento mucho. 
-No pasa nada, ahora lo importante es que tú estás bien.
-Sí, pero tu novio... de verdad, lo siento mucho. 
Su voz se vuelve temblorosa, intenta no derrumbarse, pero no lo consigue. Con cuidado se apoya sobre la almohada y gira la cabeza hacia donde no hay nadie y empieza a llorar. Uri le aprieta de la mano para intentar consolarla. Yo sigo ahí de pie en el mismo sitio. No me da ninguna lástima que esté llorando. 
-Os dejo solos, voy a ver a Dani. 
Dicho aquello, doy media vuelta y me voy a la otra habitación. 


Le cojo de la mano. La tiene caliente, su piel está caliente. Le miro. Él no me mira, sigue dormido, como hace 8 días. Es un héroe. Me repito constantemente para consolarme. Los héroes no se desvanecen, siempre salen de cualquier apuro cuando parece que todo está perdido. ¿Y hasta qué punto eso es cierto? Todos  sabemos que las historias de héroes que salvan a la chica, o al mundo de su fin es irreal, todo inventado por un escritor que deja volar su imaginación en cualquier lugar cotidiano. Esto es real, lo que está ocurriendo ahora mismo es real. El héroe está postrado en una cama tambaleándose entre la vida y la muerte, y en el caso de que viva... hay que ser realistas, puede que no sea el mismo de antes, puede tener secuelas. Los héroes de los tebeos no tienen secuelas, son invencibles. 
-Eres un héroe, eres mi héroe... Quiero que vuelvas pronto. Cada vez siento que te necesito más de lo que nunca había imaginado. Creo que contigo estoy experimentando el verdadero sentimiento que es el amor. Hay distintos amores en la vida, todos sentimos amor hacia diferentes personas... hacia los padres, la familia, los amigos... hacia esa persona con la que queremos compartirlo absolutamente todo... -una lágrima salta y muere sobre mi muñeca- no sé si ya estás harto de que te diga que tú eres esa persona con la que lo compartiría todo, bueno, más que con la que lo compartiría todo no, sino con quien quiero compartirlo todo... Tú también querías compartirlo todo conmigo, ¿sabes? Es decir me pediste matrimonio -sonrío como una completa idiota y acto seguido los ojos me quedan anegados en lágrimas- quiero casarme contigo, quiero sentir que yo te pertenezco a ti y tú me perteneces a mí, aunque mi corazón es tuyo, ya lo sabes, fue tuyo desde aquel instante en que me salvaste aquella noche. Dios, te quiero. 

Yo soy el dueño de su corazón. Ha dicho que yo soy el dueño de su corazón. Tú eres dueña de todo mi ser Anna, por favor no lo olvides nunca, eres dueña de todo lo que soy. 
No puede oírme, yo no puedo verla, y apenas puedo escuchar lo que dice, todo resulta tan confuso... pero sé cuando ella está ahí, siento su presencia y haglo lo posible por no caer en la profundidad del sueño, intento escuchar lo que me dice, quiero disfrutar de ella, aunque sea de esta manera. Siempre me quedo con eas ganas de decirle que la quiero, que la escucho y que voy a luchar por salir de esta prisión oscura. Es todo muy frustrante, pero prometo que saldré y volveré, volveré junto a ella. Volveré. 



LAMENTO TANTA TARDANZA. TENGO UNAS CUANTAS RAZONES Y MOTIVOS POR LOS CUALES NO HE PODIDO ESCRIBIR ANTES, PERO NO LOS MENCIONARÉ. SI OS HA RESULTADO POBRE EL CAPÍTULO, NO TENÉIS NADA MÁS QUE HACER QUE ESPERAR AL SIGUIENTE. PROMETO QUE TARDARÉ MENOS, MUCHO MENOS. ENRIQUECER VUESTRAS ALMAS CON UNA SONRISA. 

@_TinaGarcia