Estoy muy contenta de que Dani, me haya hecho esta sorpresa. Ha traído a mis padres desde Barcelona hasta aquí. Creo que no le he contado por los problemas y conflictos por los que hemos pasado estos últimos años. Sobre todo, por lo de mi ex, no les hizo ni pizca de gracia el enterarse de que yo estaba con él, cuando me pegaba y me hacía daño. No son los principios, que me habían inculcado durante toda mi vida. Creo que el hecho de que estén aquí, ya es un gran paso a una buena relación.
Mis padres han ido a casa, a dejar el equipaje, mientras yo estoy terminando mi turno de trabajo. Tengo unas ganas tremendas de llegar a casa y poder hablar con ellos, tengo que contarles tantas cosas... También caigo en la cuenta de que me van a interrogar sobre mi relación con Dani, creo que lo conocen ya de antes, pero no estoy segura.
-Anna. ¿Puedes sacar una caja de cervezas del almacén? Aquí ya no quedan.
-Por supuesto Clara. -Dejo lo que estaba haciendo y voy al almacén a sacar la caja de cervezas.
Salgo y miro a Clara, que no parece estar bien.
-Ya está. -Le digo.
Quiero sacar un tema de conversación con ella, para indagar un poco en el tema. No somos íntimas, pero aveces nos hablamos.
-Gracias. -Abre la caja y va sacando los botellines y los va colocando en la nevera.
-No tienes hoy buena cara. ¿Estás bien? ¿Te encuentras bien?
Ella me mira algo sorprendida. En un principio, parece que no sabe que responder.
-Sí, estoy bien. Estoy cansada.
-Vale... -No sé como continuar, a si que, opto por despedirme y seguir a lo mío- Bueno, pues voy a seguir con lo mío. si necesitas ayuda, me avisas.
-Vale, gracias.
Yo me voy a fuera, miro si hay clientes a los que atender y me pongo a ello.
-Tienes una casa muy bonita, bonita decoración. -Dice mi madre, mientras recorre con la vista el salón.
-Gracias mamá, me encanta que te guste.
-¿Y Daniela? No la he visto.
-Tenía cosas que hacer, luego la veréis. ¿Y vosotros qué tal?
Miro a mis padres que están sentados en el otro sofá. Aún no me creo que los tenga delante.
-Pues ya sabes, ahí vamos... todos te echamos de menos por allí Anna... -Mi madre me dedica una mirada como de súplica.
Yo la miro fijamente, no quiero discutir con ella por lo mismo, no me apetece que se estropeé el momento.
-Me gusta Madrid, vivir aquí es caro y tengo que trabajar para pagarme los estudios y el alquiler, todo en general.
Creo que no se va a conformar con esa respuesta.
-En Barcelona también hay buenas universidades y trabajo para costearte los estudios.
-Barcelona no es Madrid.
No quiero discutir, pero es que tampoco quiero que este tema siga aún en el tintero. A ver, que se trata de mi vida, de lo que yo quiero, que lo intenten entender, como mucho, aceptarlo. Tampoco es nada malo.
-¿Y tu familia? Tus tíos, tus primos, tus sobrinos... parece que te hayas olvidado de nosotros.
Mi padre suelta un suspiro, creo que él también está harto de este tema de conversación, pero prefiere no meterse. Creo que está de ambas partes y no quiere decantarse por darle la razón a una de nosotras. Es listo. Se mantiene al margen.
-Me cuesta mucho ir a visitaros, me falta tiempo y dinero como para iros a ver.
-Es que parece que te hayas olvidado de nosotros. No llamas, no envías mensajes, no te pones en contacto con nosotros...
-Vosotros tampoco es que os esforcéis mucho por saber de mí.
Mi madre se calla, no sabe que decir. Yo continúo hablando.
-No te molestas ni en llamarme una vez por semana, ni siquiera eres capaz de eso.¿Verdad? Estoy harta de que siempre las culpas vayan para mí, pero tú tampoco eres doña perfecta.
-Te estás comportando como una desagradecida Anna.
-Será que no me han dado el ejemplo adecuado.
Ella me mira, no le ha sentado bien lo que le acabo de decir, pero es que se lo merece. Creo que estoy apunto de echarme a llorar.
-¿Así tratas a tus visitas?
-¿Así tratas tú a los que te acogen en sus casas?
Las dos estamos frías y fuertes, no nos derrumbamos, no vamos con gritos ni con llantos, somos más de demostrar fortaleza una a la otra. Somos orgullosas.
-No sé para que hemos venido a verte.
-Se suponía que era para vernos y pasar dos días juntos, pero como siempre tú tienes que sacar el tema estrella. ¿Es que no eres capaz de dejar ese tema y disfrutar de dos días con tu hija y dejar que sea feliz?
-Es que no lo entiendo.
Dios, esta mujer me está exasperando.
-¿Qué no entiendes? -Digo intentando contener la rabia que me está provocando.
-Tu comportamiento. Cambiaste de opinión de la noche a la mañana, nos dejaste plantados a todos.
-Yo no dejé plantado a nadie.
-¿Entonces?
-¿Entonces qué mamá? -Esta vez he alzado un poco la voz, ya no me puedo contener.
-¿Por qué?
-Quería hacer mi vida. Mi vida. ¿Entiendes lo que te digo? Mi vida. Con mis amigos, mi círculo, mi trabajo, mis problemas, mis cosas. Lo que es una vida vamos, pues eso. Quería hacer mi vida. Mi espacio y esas cosas.
-¿Y tenía que ser aquí? ¿Tan lejos?
-Sí.
-¿Por qué?
A eso no quiero responder.
-¿Por qué Anna? -Insiste.
Yo no digo nada.
-Venga, ya que te has decidido a hablar, suéltalo todo.
-Porque si me llego a quedar, nunca hubiera tenido mi espacio.
-¿Qué quieres decir?
-Que te hubiera tenido todos los días encima mía, hubieras estado criticando todo lo que yo hubiera hecho, todo lo que hubiera decidido... y eso es justo lo que yo no quiero. Y bueno, aquí ni me llamas siquiera, a si que, se puede decir que ha funcionado. ¿Contenta mamá? ¿Ya estás contenta? ¿Feliz?
Me levanto cabreada, cojo mi bolso y me voy. No les dejo ni tiempo para reaccionar. Bajo corriendo las escaleras y salgo a la calle, me pongo a caminar rápido por las calles, no sé ni a donde voy ni a donde me dirijo.
Es que es verdad, ya estoy harta. He estado toda mi vida al servicio de los demás, de mis padres, de mi hermana, de mis tíos, primos y abuelos... lo he dado todo, siempre he sido la niña buena de la familia, la mosquita muerta del colegio y el instituto. Ya es que no puedo con eso, no puedo, y es que luego la culpa siempre es mía y como que no. Solo necesito que alguien me pueda llegar a entender, que me comprenda y me apoye, y está claro que con mis padres no puedo contar, ni con mi hermana ni nadie de la familia, con ellos no puedo contar, y Daniela, nunca he llegado a poder entenderlo, ella he tenido suerte con sus padres y no es capaz de ponerse en mi piel ni por un segundo, y Dani, no sé si será capaz de entenderlo. ¿Ahora qué? ¿Qué hago yo ahora? ¿Vuelvo a casa? No, no me apetece verlos ahora. ¿Por qué todo tiene que ser tan complicado? No lo entiendo.
_____
-Es que siempre tienes que sacar el mismo tema. No has podido permanecer callada ni por unos días.
-¿Y yo qué iba a saber qué se lo iba a tomar de ese modo?
-Pero si siempre que habláis de ese tema acabáis igual. Por el amor de Dios, aveces parece que no piensas.
-Oye, no me faltes al respeto.
-Yo no te estoy faltando al respeto. Eres tú quien no respeta las decisiones de sus hijos. Siempre lo tienes que cuestionar todo. Deja que sean felices y que se sientan bien con ellos mismos, no necesitan que se les cuestione, si no, apoyo.
-No es tan fácil.
-Ya sé que no es fácil, pero aún menos lo será, cuando los pierdas y no quieran ni verte, que es lo que estás consiguiendo muy poco a poco.
Daniela carraspea.
-Hemos llamado a todos los que conocemos y nadie sabe nada.
-¿Y su móvil?
-Lo tiene apagado...
Llaman al timbre. Daniela va a abrir. Abre. Es Dani.
-¿Sabéis algo? -Entra y los mira a todos preocupado.
-No. -Responde Daniela- No sabemos nada.
-¿Y si llamamos a la policía? -Pregunta la madre.
-De momento no servirá de nada, son como mínimo veinticuatro horas para denunciar una desaparición. -Dice Dani.
-Y solo han pasado cinco.. Dios mío... -La madre se derrumba en el sofá y empieza a llorar.
Daniela va a la cocina a por un vaso de agua, Dani va detrás. Quiera hablar con ella a solas.
-Por favor Daniela, explícame que ha pasado.
-No lo sé... -Saca la botella.
Va a abrirla, pero Dani se lo impide.
-Cuéntamelo. -Mantiene con la mano, la botella sobre la mesa.
Daniela lo mira.
-Han discutido... siempre discuten.
-¿Sobre qué?
-No lo sé...
-Claro que lo sabes, Anna es tu mejor amiga, te lo cuenta todo y lo sabes. Por favor... te lo suplico si quieres, pero cuéntamelo.
-Al parecer su madre, no la apoyaba en las cosas que ella quería, y siempre discuten por ello. Se ve que le habían planeado la vida a Anna y ella pues cogió otro camino.
-Joder. -Suelta la botella.
Está cabreado, está cabreado consigo mismo, al final la sorpresa le ha salido mal y ha hecho que Anna no de señales de vida y eso lo está matando por dentro.
-¿Qué hacemos? -Pregunta Daniela.
Dani la mira pensativo.
-Tú quédate con sus padres aquí, y estate atenta al teléfono todo el rato, si vuelve me llamas, yo voy a buscarla con el coche y llamaré a unos amigos, para que la busquen también.
-De acuerdo.
Dani sale del apartamento a toda prisa, baja las escaleras, sube al coche y cierra la puerta. Saca su móvil del bolsillo, mira la foto de Anna que duerme apaciblemente sobre las sábanas rojas de satén que compró para adornar la cama para aquella noche tan pasional que tuvieron el placer de disfrutar.
-¿Donde te has metido rubia?
Deja el móvil en el asiento del copiloto y arranca en busca de Anna.
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