jueves, 22 de mayo de 2014

Capítulo 53: Lo peor de cada uno.

Me quedo totalmente inmóvil en medio del pasillo. Dios mío, no. Me doy la vuelta lentamente, veo a Dani en medio del salón, la luz de la lámpara baña su figura. Está en pie con un brazo apoyado en el respaldo de la silla,  su mirada es inexpresiva. Se ha enfadado, y mucho. Bien, Anna, mantén la calma. Me acerco despacio al salón,  me siento en el sofá. Ahora no sé qué responder. Espero unos segundos, él sigue en silencio, está claro que quiere que le conteste. 
-Sí. 
Es lo único que me sale de la boca. Él no dice nada durante unos eternos segundos. 
-¿Por qué? 
Pregunta titánicamente serio. 
Ahora no sé qué responderle. Debería ser yo quien se tendría que poner en plan interrogativo e intimidatorio, no él.
Ambos seguimos en silencio durante no sé cuanto tiempo, sigue queriendo que yo lo rompa. 
Levanto la cabeza y le miro. Esta vez ha cambiado de posición, sigue en pie en el mismo sitio que antes, pero esta vez está apoyado en el mismo respaldo de la silla con los brazos cruzados, con cara de Poker Face. 
-Estabas en la ducha, te avisé de que te estaban llamando, pero no me oíste, supongo... como no me dio tiempo a cogerlo lo dejé estar, pero llegaron como tres mensajes seguidos, parecía algo urgente así que lo cogí y vi esos mensajes. -Hago una pausa para tragar saliva y armarme de valor para enfrentarme a él-. No sé porqué me estás haciendo este interrogatorio como si yo hubiera hecho algo horrible, pues no es así, yo no he hecho nada horrible. ¿Y tú? ¿Puedes decir lo mismo? 
No puedo creer lo que le acabo de preguntar, y por lo que veo él tampoco. Sus ojos destellan sorpresa mezclada con... creo que decepción. 
-Estás sugiriendo que te estoy siendo infiel.
Pregunta sin preguntar. 
-Eso no lo sé, dímelo tú. 
-¿Enserio Anna? ¿De verdad? 
-¿Qué pensarías tú si te encontraras con lo que me he encontrado yo? 
Se queda callado, sin saber qué decir. 
-Ya, eso mismo opino yo. -Digo levantándome del sofá. 
No me apetece seguir discutiendo ahora mismo no estoy en situación de enfrentarme a este problema. Creo que no puedo, no puedo hacerlo. Necesito meterme en la ducha y llorar, necesito llorar mucho para verlo todo más claro.
-¿Cómo puedes pensar eso de mí Anna? ¿Enserio me crees capaz de ponerte la cornamenta? Joder, ¿es qué no te he demostrado a diario lo mucho que me importas? Siempre estoy a tu entera disposición para todo lo que necesites, ¡y lo sabes joder! 
Me hierve la sangre. Me doy la vuelta y le miro fulminante. 
-¡Pues si tan buen novio eres, ¿por qué no te dignas a contarme qué te traes entre manos con esa persona? ¿Por qué no me dices quién es? ¿Eh? ¿Quién es? Cuéntame por qué no la tienes guardada como contacto! 
Estoy gritando demasiado. 
-¡No te estoy poniendo los cuernos, ¿vale?! ¡Dejemos el tema ya! 
-¡No me grites! 
-¡No me grites tú!
No. No. No. Debemos parar esto antes de que se nos vaya de las manos. 
-¿Y mi bolso? -Pregunto casi en un susurro. 
-En el coche. -Responde él con el mismo tono. 
-Bien, pues dame las llaves o acompáñame a por el por favor. 
-¿Qué? ¿Para qué? 
-Porque es mi bolso y ahí lo tengo todo, me das las llaves o me acompañas, pero quiero mi bolso. 
-Bien... de acuerdo. Vamos. 
Entramos en el ascensor, me apoyo en la pared. Dani da al botón, las puertas se cierran y empezamos a descender. Yo mantengo la cabeza agachada, no me atrevo a mirarle, ambos nos mantenemos en silencio, un silencio rico en incomodidad. El ascensor para en el garaje, nos vamos hacia el coche. Dani lo abre, saca el bolso y me lo da. Lo cojo exageradamente despacio. No quiero ser brusca por mucho que lo necesite, quiero estar tranquila, ahora es lo mejor. Nos vamos al ascensor. Dani va a apretar el botón del rellano, pero yo me adelanto y pulso el B. 
-¿Qué haces? -Pregunta alarmado. 
-Me voy. -Digo con toda tranquilidad. 
-¿Qué te vas? ¿A dónde Anna? Es muy tarde, no te puedes ir.
Se ha puesto nervioso. 
No respondo, en verdad no sé a dónde iré, pero de lo que estoy segura, es de que no quiero dormir aquí. 
-Anna por favor. -Suplica. 
-Dani, déjame. 
Las puertas del ascensor se abren, me dispongo a salir, pero Dani pone el brazo en la puerta para no dejarme a salir. 
-Nos vamos para arriba. -Vuelve a apretar el botón. 
-Dani quita. 
Intento apartarle el brazo, pero es más fuerte que yo y mis esfuerzos son inútiles. 
-Por favor. 
-No Anna, no. Nos vamos para arriba, sino quieres dormir conmigo me parece muy bien, pero fuera de casa ni soñarlo. 
-¿Te tienes qué salir tú siempre con la tuya? -Pregunto exasperada-. Déjame en paz por lo menos esta noche, Dani por favor. 
-No es salirme con la mía Anna, me preocupo por ti y por nuestro bebé, no te olvides de eso. Si quieres que te deje en paz, te quedas aquí y yo me voy, pero tú aquí. 
-¡Joder qué no me mandes! ¡No eres mi padre, ¿vale?! 
¿Quién se cree él para mandarme así? 
-No seré tu padre, pero soy el padre de la criatura que llevas dentro de ti, a si que estoy en todo mi derecho a cuidarte para cuidarla. 
-¡Pues haberlo pensado antes de haberme engañado! 
-¡Qué yo no te he engañado! -Dice dando un golpe a la pared del ascensor muy cerca de mi cara. 
Aquello me sobresalta, el miedo invade cada centímetro de mi cuerpo. Dios mío. Levanto la vista y veo que la furia domina su expresión facial y sus ojos.  
-Vamos... -Me coge del brazo con fuerza y me arrastra al apartamento. 
Me hace daño, me está haciendo daño.
Me suelta del brazo tras cerrar la puerta con llave. Ahora mismo estoy bastante asustada, verle furioso no es algo que ma agrade en absoluto. 
-Dime, ¿dónde quieres dormir? 
Me pregunta enfadado. No sé qué decirle, el habla se ha quedado en el ascensor junto a mi valentía y coraje. 
Él sigue en silencio, otra vez esperando mi respuesta. 
-No sé... -Digo con un débil hilo de voz. 
Me siento pequeñita delante de él, es como si yo fuera una hormiguita frente a un niño que la va a aplastar con el pie. 
-¿Qué no lo sabes? Antes estabas decidida a marcharte Dios sabe donde, ¿y ahora dices que no sabes? 
Levanto la vista hacia él. 
-¿Por qué me tratas así? 
No puede ocultar su sorpresa al oír mi pregunta, pues a mí también me ha sorprendido la verdad. 
-Duele, ¿eh? 
Le miro sin entender. 
-Así me estás tratando tú al acusarme de serte infiel sin pruebas. -Añade. 
-Tampoco es que te hayas molestado en explicarme qué es lo que te traes entre manos. 
Estoy cansada, por favor, te lo suplico Dani, por favor. 
-Anna, ¿de verdad no me crees? ¿Enserio me crees capaz de engañarte con otra? Responde honestamente por favor, esta vez no te guíes por los mensajes que hayas visto, por favor. 
Parece más tranquilo, y eso me consuela mucho. 
Estoy demasiado cansada y abrumada para ponerme a pensar en ello. 
-Anna, te veo agotada, pero por favor, respóndeme a esto, ¿de verdad me crees capaz de engañarte con otra? 
Me quedo en silencio un buen rato. Mi mente se ha quedado totalmente en blanco. Estoy muy cansada como para reflexionar en todo lo sucedido y darle una respuesta. 
-Está bien. Anda ven. -Me coge delicadamente del brazo.
No opongo resistencia, estoy bloqueada. Creo que todo lo que he vivido hoy ha sido demasiado para mí. Mi mente no da para más interrogatorios, no da para más discusiones, simplemente, no da para más. 
-A la ducha y a la cama. 
Dani me va quitando pacientemente cada prenda de ropa. Esto me recuerda a aquella noche en la que me bañó, fue muy bonito, ¿lo va a volver a hacer? Cierro los ojos, estoy muy cansada. 
-Por favor... -Se me caen esas palabras de la boca. 
Él me coge de la barbilla y con las yemas de los dedos me acaricia con cariño. 
-¿Qué pasa? -Pregunta en un susurro para tranquilizarme, creo. 
-Métete conmigo... 
¿Cómo? No, pero si estoy enfadada. Ya, pero ahora lo que necesitas es calor humano, ahora lo que necesitas es simplemente a él. 
-Claro. Asiente con la cabeza. 
Me siento en el taburete, apoyo la cabeza en la pared agotada, abro un poco los ojos y veo como él se desnuda. Una débil sonrisa se dibuja en mi rendido rostro. 
Qué guapo es, y se va a meter en la bañera conmigo, sí, es mío. 
Al terminar de desnudarse, abre el grifo para llenar la bañera. Se acerca a mí, me coge con cuidado de los brazos y me ayuda a levantarme. 
-Muy bien, vamos.
Me ayuda a meterme en la bañera. Él se mete detrás, de mí, se sienta con cuidado y poco a poco, con mucho cuidado me ayuda a ponerme entre sus piernas. El agua está caliente... mmm... placer. 
-Ponte cómoda. 
Apoyo la cabeza en su pecho, cierro los ojos y entrelazo las manos encima de mi vientre. Él me rodea con los brazos, entrelaza sus manos con las mías. 
Nos quedamos en silencio los dos. Sólo se oye nuestra respiración, y eso me relaja bastante. 


Estamos tumbados en la cama. Yo boca arriba con las manos entrelazadas entre el vientre y los pechos y él tumbado de lado acariciándome distraído el vientre por encima del camisón. 
-¿Estás mejor? -Pregunta acariciándome el pelo con la otra mano. 
-Sí, lo que ahora necesito es dormir. 
-Ambos necesitamos dormir corazón. Mañana cuando estemos bien despejados y calmados, podremos hablar con tranquilidad. 
-Vale... -No estoy en condiciones de discutir. 
¿Me ha llamado corazón? Me ha llamado corazón. Oh, qué bonito. Me encanta. 
-Buenas noches amor. -Le digo ya apunto de resbalar  por el precipicio del sueño profundo. 
-Buenas noches mi dulce belleza rubia. -Me susurra acercándose a mí y dándome un tierno beso en la mejilla-. Te quiero. 
Es lo último que noto antes de sentir que mi alma cae al vacío, estoy soñando. 
Me  quiere. Me quiere, ha dicho que me quiere... 


Abro los ojos y los vuelvo a cerrar por la claridad de luz natural que entra en la habitación. Me doy la vuelta con cuidado y veo que estoy sola. Dani no está. Vale, ¿qué hora es? No tengo el móvil a mano y Dani se habrá llevado el suyo. No querrá que se lo vuelva a mirar. ¡Ay no! ¡Joder! La discusión de ayer... me tapo la cara con ambas manos como queriendo protegerme de la realidad. Me quedo no sé durante cuánto tiempo en la cama. Oigo el giro de la cerradura de la puerta de la calle. Mmm... alguien viene, o se va... la puerta chirría al abrirse y oigo que se cierra. Pues creo que viene... no sé.... Oigo bolsas. Confirmado, viene. Oigo pasos que se pierden en la cocina. Es Dani, será Dani... recuerdo que antes tenía compañeras de piso, hace tiempo que no sé nada de ellas. ¿Qué será de ellas? Ay no sé, no me apetece pensar. Sacudo la cabeza para apartar los pensamientos que la abordan. Dejadme en paz, no quiero pensar, ¿vale? ¡No quiero pensar! 
Oigo los pasos de Dani que se acercan a la habitación, cierro los ojos y entrelazo las manos entre el vientre y los pechos para hacerme la dormida. Abre la puerta y creo que se queda ahí plantado. 
-Anna... -Dice con suavidad. 
No, no quiero levantarme aún. No estoy preparada para enfrentarme a ti, bueno, ni a ti ni a nadie. Sigue ahí plantado esperando a que yo me despierte, me mueva o algo. Tengo que hacer esfuerzos titánicos para contener la risa. Vete Dani, vete por favor. En pocos segundos se mueve, deja entornada la puerta y se va a la cocina. Creo. 


Entro a la cocina, me he tomado mi tiempo, más de el necesario en levantarme. Dani está entretenido haciendo la comida, ¿qué está preparando? Se da la vuelta, me mira. 
-Arroz con pollo. 
Ah, es eso, pues espero que sepa tan bien como huele. 
-¿Qué hora es? 
Sigo sin saber qué hora es... para que esté haciendo la comida ya tiene que ser tarde. 
-La una y poco, no sé. ¿Quieres qué te prepare un zumo de naranja? 
¿Está actuando cómo si nada hubiera pasado? Que me da a mí la impresión, nada más. 
Me quedo en pie junto a la mesa de la cocina mirando el frutero. Plátanos, naranjas, mandarinas, manzanas, peras. Plátano, naranjas, mandarinas, manzanas, peras. Plátano, naranjas, mandarinas, manzanas, peras... ¿Qué tienen de diferentes las naranjas de las mandarinas? 
-¡Ey! -Dani chasquea los dedos delante de mis ojos. 
Me sobresalto. 
-Dime...
-¿Zumo de naranja?
-¿Qué diferencia hay entre la naranja y la mandarina? 
Dani me mira desconcertado. 
-La piel, creo... pero, ¿qué te pasa Anna? 
-Nada, es que tenía curiosidad... 
-¿Zumo? 
-Sí. 
-Bien. 
Se separa de mí, coge varias naranjas, las parte por la mitad y las va exprimiendo. Me siento en la silla y lo observo. Qué guapo se ha puesto, lleva sus Converses negras, unos tejanos y una camisa a cuadros amarilla y naranja. Esa camisa no la conocía yo, ¿de dónde la ha sacado? ¿Cuándo la ha adquirido? ¿Y si no lo ha hecho? ¿Y si la camisa se la han regalado? ¿Y si se la ha regalado ese contacto? No. No. No, eso no. Ay dios, ¿y si sí? 
-Bonita camisa. -Digo disfrazando mis palabras con el traje de la indiferencia. 
Voy a probar a ver si le saco algo que me pueda servir de información. 
-¿Ah sí? Vaya, gracias. 
-Es muy llamativa, tiene el color del zumo de naranja. 
-¿Sí no? -Coge el vaso de zumo y me lo deja en la mesa-. Para ti. 
Me sonríe con ternura. 
-Gracias. 
Me lo tomo casi de un tirón. Me encanta este zumo, es mi favorito. 
-Bueno, ¿esta noche al final te vienes a la entrega de premios? 
Oh... 
-No lo sé Dani. -Digo molesta. 
Se sobreentiende que es por los puñeteros mensajes. 
Él se queda en silencio delante de mí. 
-No me respondiste ayer...
-¿Cómo? -Digo levantando la vista hacia él. 
Esta vez me siento más fuerte, siento que puedo enfrentarme a cualquier desafío y a cualquiera que me desafíe. 
-Ayer, te hice una pregunta, te dije que si de verdad me crees capaz de serte infiel, te dije que no respondieras basándote en esos mensajes, sino en lo demás, en todo lo demás. No me respondiste. 
Me quedo en silencio, reflexionando en todas las cosas que hemos vivido desde que nos conocimos, reflexionando en todas aquellas veces en las que me ha ayudado, en todas aquellas veces en las que ha acudido a mi llamada fuera la hora que fuera, en todas aquellas veces que me ha dicho que me quiere no con palabras, sino con hechos... No valoramos lo suficiente lo que tenemos a diario. La verdad es que él ha dado un montón de cosas por mí, se ha sacrificado por mí, se ha esforzado por hacerme feliz... 
-Dime Anna. -Insiste paciente. 
Niego con la cabeza, como si así pudieran quedárseme las ideas más claras. 
-Pues es que no sé qué pensar Dani, es que sí, es cierto que me has demostrado infinidad de veces que te importo, que me quieres, pero eso no quita que aún no me has justificado esos mensajes. Aún no me has contado de quién se trata, no me has dicho qué os traéis entre manos. Vale que sueno como una obsesa controladora, posesiva y celosa novia, pero entiéndeme... 
-¿Qué tengo qué entender Anna? -Pregunta irritado y molesto-. ¿Quieres que te deje mi móvil y así poder verlo todo? ¿Quieres que te mantenga informada de todo? ¿Te tengo que contar todo lo qué hago a diario? ¿Con quienes hablo y con quienes no? ¿Lo qué les digo y lo qué me dicen? ¿Quieres saberlo todo? ¿Eh? 
-Bueno, tampoco es para ponerse de esta manera, ¿vale? -Digo en mi defensa. 
Esto ya me suena, esto ya lo he vivido antes, es un Dejá Vu. 
-¿Y cómo quieres qué me ponga? Dime, a ver. ¿Qué es lo qué la señorita quiere? 
-¡La verdad joder! ¡Quiero la verdad! 
-¡La verdad es qué no te estoy siendo infial me cago en la puta! 
El ambiente se ha caldeado ya demasiado, esto va a explotar en cualquier momento, pero creo que ninguno de los dos tenemos el control para deter lo que es inminente. 
-Querrás que te crea, ¿no? -Digo bajando el tono de voz, pero cabreada como yo sola. 
-¡Joder Anna ya está bien! 
Me sobresalta dando un golpe tan fuerte en la mesa que hace que el vaso donde antes había zumo se precipite al suelo y quede hecho añicos que quedan esparcidos por todo el suelo de la cocina. 
Me quedo inmóvil, cuando se pone así me impresiona de tal manera que me arrebata el habla. 
No, no, Anna, no. Ahora no, lo que tienes que hacer es plantarle cara, no dejes que él te gane la batalla, y menos de esta manera. No puedo permitirle este comportamiento. 
-Ni ya está bien ni nada Dani, con lo sencillo que sería contarme la verdad... vamos por el amor de Dios, si ni siquiera te esfuerzas en inventarte una mentira con la que cubrir la verdad, te prefieres callar y cerrar en banda antes que mentirme más de lo que ya lo haces, y yo me pregunto, ¿por qué? Y yo misma me respondo: porque se siente culpable de engañarme y no quiere sentirse aún más culpable por tapar su pecado con otro pecado, eso provocaría un círculo vicioso. 
-¡Qué te calles joder! 
Las lágrimas amenazan con resbalárseme de las mejillas, mi ánimo amenaza con tirarse en paracaídas, todo mi ser amenaza con derrumbarse. 
-¿Cómo puedes ser tan bruto Dani? -Le digo casi en un susurro. 
Me coge fuerte de las mejillas y hace que le mire. Todo su ser emana  rabia, furia... está realmente cabreado. Me aprieta las mejillas con fuerza. Joder, que me duele. ¡Me duele! 
-Anna... tú... sacas... lo peor... y lo ... mejor... de mí... ¿entiendes?
Por su forma de hablar, juraría que está haciendo duros esfuerzos por contener la ira y creo que las lágrimas. Supongo que también se puede llorar de rabia y frustración. Ahora que lo pienso, es lo que hacen los niños cuando no consiguen lo que quieren, lloran y patalean.
-Suéltame... -Digo muy bajito, para no llorar. 
Él me mira fijamente, en sus ojos se refleja el espanto y el miedo. Me suelta de inmediato. Se echa hacia atrás como si yo fuera un tigre hambriento. Nos miramos en silencio. En sus ojos se refleja el miedo, la angustia, y el arrepentimiento. 
Mis manos van directas a mi vientre como si lo quisieran proteger de... no... de Dani no, él nunca me haría daño, él nunca nos haría daño. No. Me niego siquiera a pensarlo. No, no. no.
Seguimos mirándonos sin saber qué decir ni qué hacer. Parpadeo un par de veces luchando contra las ganas irrefrenables de llorar. Él está ahí de pie, apoyado en el banco de la cocina, me mira desconcertado, la palidez ha invadido su casi siempre dulce, divertido y travieso rostro. Levanta ambas manos y se las mira confundido, como si estas fueran armas blancas manchadas de sangre. Sus ojos se vuelven a clavar en mí, luego en sus manos, otra vez en mí, y otra vez en sus manos. No soy capaz de moverme, no puedo moverme, siento como si algo me presionara contra la silla. ¿Qué ha pasado? ¿Cuándo ha pasado? ¿Por qué ha pasado? Dios mío... Dios mío... Dios mío... 


¡MUCHAS GRACIAS POR HACER ESTO POSIBLE! ¡GRACIAS! ¡LES ADORO! 

@_TinaGarcia  😘😘😘

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