miércoles, 31 de julio de 2013

Capítulo 35: Un delicioso postre.

-¿Ya?
 -Espera, cuidado con el escalón.  Subo el último escalón. Hemos subido como unos veinte. No sé a donde me lleva, pero, estamos al aire libre, o eso parece, porque, noto el frescor de la noche en mi cara y se oyen los grillos, eso también. 
-Vale, camina un poco más...
Me dice Dani, parece entusiasmado. Me gusta que esté así, parece un niño pequeño que quiere mostrarle a su madre un dibujo que ha hecho en la guardería. Sonrío solo de pensarlo. 
-Ya está. -Me quita el pañuelo- Abre los ojos. 
Abro los ojos y ante mí, veo una terraza que deja contemplar desde lo alto el más allá de la creación humana y natural, una mesa dispuesta con platos y cubiertos y una vela prendida. Es precioso. 
-Vamos. -Me conduce hasta la mesa, aparta la silla y la dispone para que yo tome asiento. 
Me siento, miro a mi alrededor, hay más mesas con velas y gente cenando, pero, estamos considerablemente separados de los demás. Miro a Dani, que ya está sentado enfrente de mí. 
-¿Donde estamos? 
-¿Te gusta? 
-Mucho. ¿Donde estamos? 
Me dedica una sonrisa. 
-Estamos en un hotel. 
-Qué hotel más raro...
Él se ríe. Parece estar lidiando con la situación de tener que explicarle a un niño de seis años, de donde vienen los niños. 
-¿Sabes qué Anna? 
Le miro. 
-¿M? 
-Que no me apetece nada contarte donde estamos. Quiero disfrutar esta cena observando cómo pruebas las ostras y el champán, quiero ver como te comes el emperador y cómo mojas las fresas en la nata y te la llevas a la boca. Quiero disfrutar eso. 
Su mirada abrasadora, me derrite por dentro. Me revuelvo en la silla. Él sonríe al ver mi reacción sobre sus palabras. 
Al momento, tenemos una fuente de ostras y dos copas servidas de un exquisito champán de color rosado. 
-Que lo disfruten señores. -Nos dice el camarero que nos lo ha servido todo, parece majo. 
-Gracias. -Responde Dani. 
El camarero se retira, fijo mi mirada en Dani y él fija su mirada en mí. Me pregunto cómo puede tener ese sexy tan natural. Es que el muy... ni se esfuerza por serlo, es tan natural... mis piernas ahora mismo son gelatina pura. 
-¿Te encuentras bien? -Me pregunta Dani sonriéndome muy amablemente. 
-Sí. 
Su sonrisa amable, se convierte en juguetona y traviesa. Sabe perfectamente, que estoy hecha un flan por él. Si esto fuera un juego de apuestas, apostaría todo, porque lo está disfrutando como un niño pequeño. 
-Que aproveche señorita. 
-Igualmente señorito... 
Me mira divertido. 
-Llámeme Dani, por favor. 
-Igualmente Dani. 
-Gracias señorita. 
-Llámeme Anna, por favor...
Me sonríe divertido. 
-¿Se burla de mí? 
Le miro, espero poner expresión de ofendida. 
-No me atrevería yo a hacer tal cosa. 
Asiente. 
-Creía yo...
Coge una ostra, chupa y la saborea. Le gusta. 
Yo le miro, él me mira. 
-¿Las has probado alguna vez?
-No. 
-Prueba las. 
Cojo una ostra y una rodaja de limón, le echo un poco de jugo, me la acerco a la boca y empiezo a chupar... mmm... delicioso. Miro con los ojos a Dani, que me mira serio con la copa de champán en los labios. Esta escena, me recuerda a esa fantasía que he tenido esta mañana. Quizás esa fantasía, se haga realidad. Dice Ann sonriente y esperanzada. Ojalá... 
-¿Te gusta? 
-Está muy rica. 
-Es un manjar. 
-Ya... -No sé que decir. ¿Vale? Dejadme en paz. 
Tras unas cuentas ostras, un par de copas de champán y el emperador a la no sé qué, que estaba muy bueno, Dani coge una de las pocas ostras que quedan en la fuente, le echa unas gotas de jugo de limón y me mira sosteniéndola con los dedos. 
-Acércate. 
¿Me la piensa dar él? Oh... solo de pensarlo, me recorre un cosquilleo en el estómago, y creed me que no es sensación de amor, flores, corazones y Cupido con su flecha. Me acerco un poco. 
-Abre la boca. 
Abro un poco la boca, él me pone la ostra entre los labios. 
-Chupa... 
-Mmm... -Hago lo que me dice y creo que ahora que él la ha tocado, está mucho más buena. 
Veo cómo él se pasa la lengua por el labio inferior. Eso hace que todo mi cuerpo se encienda y derrita todo lo que pilla a su paso. Dani levanta la mano, para hacerle una señal al camarero para que viniera a nuestra mesa. Este no tarda ni cinco segundos en plantarse a nuestro lado derecho... izquierdo en el caso de Dani. 
-Dígame señor. 
Dani lo mira. 
-Tomaremos el postre en la habitación. -Dice levantándose y colocándose bien la corbata. 
Oh Dios. Se solicita permiso parar morir ya. 
-Bien señor, se lo llevaremos a la habitación. 
-Gracias. 
El camarero se retira, creo que se ríe por dentro, se imagina un poco demasiado lo que vamos a hacer en esa habitación.... oh Dios. Dani me tiende la mano, yo se la cojo y me levanta. Nos dirigimos dentro del edificio, que tiene una arquitectura románica. Es espectacular, las luces bajas dejan una estampa preciosa. 
Entramos en un vestíbulo con una fuente iluminada, y enfrente de esta, un ascensor, Dani le da al botón y al instante, se oye el sonido del timbre y las puestas se abren, nosotros entramos y nos giramos dirección a la fuente, que dejamos de ver, porque las puertas del ascensor, vuelven a cerrarse. El silencio invade el pequeño espacio en el que nos encontramos Dani y yo. El ascensor, sube demasiado lento. Yo tengo la mirada fija, en el dorado metal de las puertas que permanecen cerradas durante el trayecto. La nada que recorre mi mente, es interrumpida por el inesperado movimiento de Dani. De estar de pié, estirada como un palo frente a unas puertas doradas, a estar entre los brazos del adonis que me ha metido una ostra en la boca. Una mano, me sujeta la cintura y la otra me sujeta la cabeza. Me atrae hacia él y echa mi cabeza hacia atrás al mismo tiempo. Me mira fijamente, acerca su boca a menos de un centímetro de la mía. No puedo ni respirar. Es... no lo sé, no puedo describir mucho yo ahora mismo. 
-No sabes las ganas que tengo de tenerte sola para mí.... -Tira de mi pelo, haciendo que mi cabeza se echa más hacia atrás. Noto su nariz, sobre mi cuello, inspira profundamente- Hueles tan bien.... -Me da un leve beso en la garganta, me aprieta más contra él. 
Noto el efecto que causo en él e trabés de las telas de nuestras ropas. Suelto un débil gemido, no puedo resistirlo. 
-Vas a ser mía... 
-Sí... 
Me va a besar, pero, el timbre suena, Dani me libera y solo me tiene cogida de la mano, las puertas se abren y una pareja de dos personas mayores, muy mayores, cogidas de la mano nos miran y sonríen, nos cruzamos con ellos. 
-Buenas noches. -Dice la señora, cuando salimos del ascensor. 
-Buenas noches. -Dice Dani en voz alta, mientras nos alejamos por el pasillo hasta nuestra habitación, que yo no sé cual es. 
Llegamos al final, nuestra habitación es la del fondo. Dani saca la llave del bolsillo y la encaja en la cerradura y abre. 
-Por favor... -Mantiene la puerta abierta mientras yo entro. 
No me da tiempo a dar un paso hacia delante, Dani, me coge en brazos. Yo grito y me río. 
-¡Dani! -Me río.
Él me sonríe y me mira.
-Qué...
Le miro, creo que ahora tengo una cara de idiota que no se puede ni descifrar.
-Te quiero.
Él me sonríe, me besa en la megilla.
-Yo a ti también te quiero.
Tocan la puerta, será el postre. Dani me pone de pié y abre. El camarero entra con un carro, con el postre. Lo prepara en la mesa que hay en la habitación. Dani lo mira.
-Acerca la a la cama por favor.
-Enseguida. -Acerca la mesa a los pies de la cama.
Yo estoy ahí plantada, sin saber muy bien qué hacer. Me da corte mirar al camarero, porque, supongo que él pues imaginará cosas. Qué situación más incómoda. Dani se acerca a mí, me coge de la mano y me la acaricia.
-Todo listo. ¿Desean algo más?
-No por mi parte. ¿Tú quieres algo cariño? -Me pregunta Dani.
-No. -Digo tímida.
-Bien, si necesitan algo, no duden en llamar a servicio de habitaciones, estamos disponibles las veinticuatro horas del día.
-Gracias. -Decimos Dani y yo a la vez.
-Que pasen muy buena noche. -Sale sonriente empujando el carrito y cierra.
Yo miro a Dani, él se encoge de hombros cómo excusándose.
-¿Postre?
Asiento.
-Bien, siéntate en la cama.
Me voy a donde está la mesa, me siento en la cama. Me quito los zapatos, quedándome descalza. Observo a Dani, que se acerca lentamente hacia mí, se siente a mi lado, también se descalza de los zapatos y los calcetines, me mira, le miro, nos miramos... Siento que quiero echarme sobre sus brazos y que me haga toda suya, pero, creo que si lo hago, me apartaría despacio, hoy quiere ir despacio, quiere jugar... jugar.
Aparta la tapadera de la bandeja y deja al descubierto un buen bol de fresas enteras, rojas, con esa pinta dulzona que hace la boca agua. Me pregunto si él me las va a dar. Coge el bote de nata, lo mira cómo si tramara algo con el. Me muerdo el labio. Venga, deja de pensar y mírame, tócame, algo. La Venus rubia que tengo en mi interior y Ann, están impacientes, cosa que yo también lo estoy. Que mueva ficha. Coge una fresa y se la mete en la boca, la saborea con un gustazo, que resulta efecto sobre mi cuerpo, quien fuera fresa...
-¿Vas a coger una o es que quieres que te la de yo? -Pregunta sin mirarme.
Vale. ¿A qué juega? Estiro mi brazo, cojo una, me la voy a levar a la boca, cuando él me coge de la muñeca y dirige mi mano con la fresa, hasta su boca. Se la come, y chupa mis dedos con cuidado.
-Deliciosa...
Yo lo estoy mirando, cómo un niño mira a un mago, cuando va a efectuar su número. Me encanta.
-Anda, prueba una. -Me suelta la muñeca.
Yo cojo una, y rápidamente me la llevo a la boca. Él pone cara de poker ante mi rápido movimiento y deja escapar una carcajada. Lo miro mientras mastico y deshago la deliciosa fruta roja en mi boca.
-Eres preciosa. -Sonríe y me acaricia la mejilla con ternura y cariño.
Cierro los ojos para disfrutar del contacto piel con piel, me gusta. Es señal de que lo tengo cerca, de que está a mi lado. Aveces, es lo único que necesito, saber que lo tengo cerca.
-Te quiero... -Digo aún con los ojos cerrados.
-Es mutuo... -Sus dedos, acarician delicadamente mis labios.
Contengo la respiración, nunca nadie me había hecho sentir cómo lo está haciendo él. Solo con tocarme, consigue hacer que se me erice el bello, que pierda el sentido, la noción del tiempo... que despegue del suelo.
Coloca su mano bajo mi barbilla, se acerca a mí, choca sus labios con los míos, los junta, me da un leve beso. Yo abro la boca, para que deje pasar su lengua juguetona, y pueda realizar con ella, movimientos indescriptibles. -Eres una chica muy especial Annita... -me dice con la respiración entrecortada. Yo lo miro suplicante, quiero más de él, necesito más. Me da miedo pensar, que yo pueda llegar hasta el punto de necesitar lo más que al aire mismo. Tengo miedo a que él se convierta en mi sol, en mi agua, mis sonrisas y lágrimas. Tengo miedo a que se convierta en mi vida.
Su mano, llega hasta los botones de mi blusa, los va desabrochando poco a poco, sin dejar de besarme lentamente, cuando ha llegado a la mitad de la blusa, sube la mano y acaricia mis pechos con delicadeza. Yo suelto un gemido sobre su boca. Tira de mi pelo y echa mi cabeza hacia atrás. Pone su boca contra mi cuello. Se queda callado, quieto. Pasados unos segundos, habla.
-No me puedo creer que ahora mismo estés entre mis brazos... -Habla con la voz temblorosa.
Me encoje el corazón oírle decir eso, es que parece que vaya a llorar. No sé cómo explicarlo.
-Dani... -Sé que si seguimos así, acabaré llorando.
Él sigue hablando.
-Muchas veces, me pregunto si esto es real, si es verdad que ahora estoy con quien parece ser una fantasía, si es verdad que esto es lo que me tiene el destino reservado para mí... -Está temblando.
-Dani, por favor...
Me suelta, le cojo de la cara con ambas manos, le miro.
-Dime... -Dice con la mirada baja. Ahora parece tan indefenso, tan débil...
-Es real, todo esto es real. Es real que yo soy con la que estás ahora mismo, es real todo. No te lo preguntes más, deja de perder el tiempo preguntándote lo que ya sabes, y si no te lo llegas a creer, pues acércate a mí, y besa me, yo te responderé con otro beso. No hay nada más real que un beso...
Me mira fijamente, me acaricia el pelo.
-Te amo Anna...
Noto cómo unas lágrimas, amenazan con anegar mis ojos.
-Y yo a ti...
-No llores.
-No... -Una lágrima salta al vacío, resbalando por la mejilla derecha, pero, muere en manos de Dani.
-Te he dicho que no llores.
-Que no lloro... -Sonrío.
Él me devuelve la sonrisa y me abraza.
-Guapa. -Me besa el cuello.
Me río, me hace cosquillas.
Sus manos suben hasta mis hombros, que los va descubriendo bajando me la blusa, para despojarme de ella. Yo le ayudo, sacándome las mangas. Él me mira.
-Desnuda me.
Lo miro queriendo decir ¿Estás seguro? Él asiente. Pues habrá que hacerlo. ¿Por donde empiezo?
Le empiezo a desatar el nudo de la corbata, se la quito y la dejo encima de la cama, luego, empiezo a desabrochar le los botones de la camisa. Le acaricio el torso con los dedos, acerco mis labios a su pecho y empiezo a marcar un camino de pequeños besos hasta el ombligo, vuelvo a subir con otro camino de besos, hasta llegar a su boca y le beso despacio, no hay prisa.
-Anna... -Me acaricia el pelo, desliza sus manos por mi espalda y me tumba sobre la cama, teniéndole al instante, encima de mí.
-Dani...
Lentamente, baja sus manos hasta le cintura de la falda.
-Espero que no le tengas demasiado cariño a esta prenda... -Dicho esto, rompe la tela con bruscadad, haciendo que se abra por completo y descubra mis piernas.
Yo gimo de excitación, es demasiado deseo en un frasco tan pequeño.
-Y espero, que a esta menos... -Coge la costura de la braga y la rompe también.
Yo me quedo con la boca abierta, nunca había tenido esta experiencia, es bastante morbosa y excitante. Mi respiración es entrecortada, él me besa otra, esta vez, se le nota que está fuera de control, pues no es tan diferente a mí. Yo estoy perdida en un montón de sensaciones, lo noto todo muy confuso, pero, a la vez claro, es raro cómo me siento ahora. Lo que sí sé, es que por esta noche voy a ser toda suya, se nota que él sabe lo que quiere en lo que respecta al sexo, en cambio, yo voy unos pasos más atrás, y realmente, quiero aprender.
-No sabes lo bonita que resultas cuando estás derritiendo te por dentro, y sobre todo, si el motivo, soy yo.
Arrogante, cierra el pico y hazme el amor ya.
-Mmm... -Es lo único que me sale responder.
Me sonríe con una sonrisa triunfante. Se quita los pantalones y los calzoncillos, dejando libre su miembro viril. Ay madre.
Me coge de los brazos, me atrae hacia él y ambos quedamos mirándonos, nariz contra nariz.
-Mírame...
Le miro. Él se pone cómodo sobre el colchón, me coge del trasero, me levanta y al volver a bajarme ya lo tengo dentro de mí. Ambos soltamos un gemido. Empezamos a movernos, rítmica y lentamente, al compás del sonido de nuestros gemidos. Echo la cabeza hacia atrás, él me coge de la cara, la echa para delante, me besa.


@YourDanna




2 comentarios:

  1. Hay que bonito el capitulo *-* lo de las ostras me ha recordado a Grey y Anastasia *-*
    Siguiente bonita :3

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los caracoles también son afrodisíacos, pero, me han parecido más cutres, y las ostras... ESTÁN DE PUTA MADRE me encantan.

      Eliminar